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Cómo distinguir el verdadero maestro del falso | Jesús

yosoyespiritual yosoyespiritual 3.3K vistas 12 comentarios 6 minutos de lectura Jesús

De vez en cuando, surgen individuos que manifiestan la opinión de que no hay necesidad de mediador alguno, o puente, para conectar el Ser Divino con el intelecto externo. Esta gente está honesta y firmemente convencida de que en vista que la Presencia de Dios “YO SOY” está conectada a través del Santo Ser Crístico con el corazón de cada corriente de vida, no se necesitan medios externos de comunicación y guía espiritual. A esta gente dirijo lo siguiente, habiendo fungido como mediador y habiendo servido a la Jerarquía llevando la palabra de Dios a las masas ignorantes.

 

EL PROPÓSITO DE UN MEDIADOR

El propósito de un mediador es el de transmitir la Verdad desde el Corazón de Dios a la mente externa de individuos que han perdido su contacto personal y directo con su propia Divinidad. Cuando este propósito se ha logrado, no se requiere ya mediación o transmisión alguna de conciencia, pero hasta alcanzar este punto, la mente externa de los hombres -incapaz de elevarse a la inspiración de su propio Ser Superior- permanece sumida en la ignorancia. A través de la misericordia de Dios, son iluminados por quienes han alcanzado un grado de evolución mediante el cual pueden escalar el monte del logro, asimilar la Verdad y llevar el conocimiento de esa Verdad de vuelta a los peregrinos en el Sendero. Los peregrinos sensatos tomarán ventaja de la copa que de esta manera se les ofrece, y al así hacerlo, su escalada por el Monte del Logro será menos ardua.

Cada corriente de vida en el plantea ha tenido comunicación directa con la Presencia Divina desde el tiempo en que tuvo lugar la primera individualización. Sobre cada corriente de vida en el planeta se cierne una Guardiana Silenciosa, y sin embargo, sin un mediador o guía espiritual encarnado, estos individuos son incapaces de recibir la guía directa desde su propia Presencia de Dios “YO SOY”.

Dios, en toda Su misericordia, ha provisto consejería espiritual -un paso hacia abajo a través de cuerpos físicos altamente desarrollados, como mediadores de esta consejería- la cual vuelve el ser externo hacia la Verdad.

 

EL VERDADERO MEDIADOR

Muchos falsos mediadores han venido, pero siempre se puede poner a prueba su realidad de la manera siguiente: Si sus enseñanzas vuelven el ser externo hacia el propio Ser Divino “YO SOY” del individuo, ese mediador viene de Dios. Si tal facilitador hace al individuo dependiente de su identidad personal y mantiene al aspirante acudiendo a él por instrucción y guía, en vez de a su propia Fuente Divina, entonces dicho sujeto no es un verdadero mediador.

La humanidad es como un gran grupo de gente en una de las riberas de río ancho, donde no hay comida, bebida ni luz solar. En la otra ribera del río está una tierra que mana leche y miel. La humanidad es incapaz de cruzar el río a esta tierra de opulencia, excepto por medio de un puente. Quienes son sensatos caminan sobre el puente a la tierra rica y fértil, y reciben su abundante alimento, para llevarlo de vuelta a sus menos-alerta hermanos, quienes rehúsan entrar a la rica tierra por medio de un “puente”, prefiriendo permanecer en privación hasta que puedan cruzar el río bajo su propia motivación.

Se requiere un puente hasta que el espíritu se haya desarrollado, mediante repetidos cruces a la otra ribera donde se alcanza toda la Verdad.

 

UN “PUENTE” ES REQUERIDO

La levitación se aplica tanto al espíritu como al cuerpo. Cuando se desarrolla la levitación espiritual, cada individuo puede zambullirse en el corazón de su propia Presencia Divina y traer adelante la plenitud de la Verdad, pero la masa de la humanidad nunca desarrollará esos poderes espirituales hasta que utilice el medio del “puente” para conducirla al ámbito de la Verdad donde podrá sentarse humildemente a los pies del Maestro y adquirir los medios y maneras para desarrollar su propia percepción espiritual.

Un hombre que está pasando hambre será sensato en caminar de un lado al otro del “Puente” a la tierra donde su suministro, comida, ropa y luz solar son fácilmente alcanzables, sin condenar la “plancha” del puente, sino más bien sacando partido de las misericordias que ese trecho ofrece.

 

Tomado del libro: Diario del Puente a la Libertad –  Jesús – pag 154

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