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EL KARMA y su funcionamiento en nuestra vida

yosoyespiritual yosoyespiritual 3.8K vistas 4 comentarios 29 minutos de lectura Videos Gabriel Silva

Querido lector, te invito a ver el video, los gráficos te permitirán comprender la temática mucho mejor.

La ley de causa y efecto. Qué son los samskaras y cómo nos afectan

Para entender cómo se origina gran parte de nuestro karma, veamos primero lo que son los samskaras, y las consecuencias de usar nuestra energía bajo la ley de causa y efecto.

Ya estudiamos esta ley en la lección de las siete leyes universales, pero veamos su composición con más detenimiento antes de abordar el tema del karma como tal.

La ley de causa y efecto nos dice “toda causa tiene su efecto, todo efecto tiene su causa”, “Todo sucede de acuerdo con la ley, nada se da por azar en el universo, la suerte no existe”, “Nada ocurre sin causa”. “Hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la ley”, “La ley es inviolable”, “Los efectos siguen a las causas como la sombra al cuerpo”.

Toda la energía que ponemos en marcha a través de pensamientos, palabras, actos, etc., tienen efectos que bien pueden ser directos o indirectos, inmediatos, a mediano o largo plazo. Cada efecto resultante se eslabona de forma coordinada, creando una larga cadena energética que habremos de romper algún día, cuando empecemos a disolver todas las causas y núcleos de limitación.

Veamos cómo se desenvuelve la energía de causa y efecto en nuestros chakras, esferas mentales, cuerpos inferiores y aura.

Recordemos las doce líneas electrónicas. 6 de estas energías son de naturaleza constructiva y 6 de naturaleza destructiva.

6 energías generadoras de karma

  • LITMIO: Estancamiento
  • DALMI: Dualidad
  • SIGMA: Emociones fuertes
  • KUMTI: Temor
  • KAPPA: Vicios
  • PUR: Violencia

Cuando se hace un mal uso de la energía, esto es en pensamientos, sentimientos, palabras y obras, estas energías se hacen presentes en el ambiente. A través de las malas relaciones con el mundo y el entorno, se genera todo un ambiente de desequilibrio que puede comprometernos energéticamente y, debido a actos repetitivos (samskaras) o de gran peso, se producen lazos kármicos a largo plazo. Cuando el ser humano logra alcanzar un equilibrio y verdaderos niveles de madurez, comenzará a utilizar su libre albedrío adecuadamente, generando energías de naturaleza constructiva.

6 energías generadoras de Dharma

  • DALTON: Verdadero amor y carisma
  • NEMUR: Trabajo pensante y creatividad
  • DUAL: Equilibrio y control de sí mismo
  • NAUR: Discernimiento
  • SELDI: Verdadera sensibilidad
  • DISLE: Decisión y actitud positiva

Los seres humanos recibimos variedad de impresiones a través de los sentidos, estas impresiones se traducen como alteraciones psíquicas, y dependiendo de su naturaleza generan letargo, dualidad, pereza, odio, inseguridad, temor, tristeza, o bien, carisma, creatividad, equilibrio, amor, alegría, armonía, generosidad, desapego, etc., Estas mismas alteraciones energéticas regulan el funcionamiento de uno o varios Chakras, ocasionando que nuestro campo áurico se sature de estas energías, las cuales tienen diferentes voltajes y polaridades, y nos afectan de acuerdo con la intensidad de la fuente que las originó y de nuestro nivel de sensibilidad ante las mismas.

En español, esto quiere decir que somos sensibles a ser invadidos por partículas de energía de naturaleza destructiva, y de naturaleza constructiva, dependiendo siempre de la intensidad de la fuente que las emitió y de nuestra disposición para recibirlas.

Por ejemplo. Si una persona pesimista y llena de odio presencia una discusión, revivirá memorias negativas, y sus cuerpos, físico, mental y emocional, se verán invadidos por sentimientos de naturaleza destructiva.

Por otra parte, si una persona llena de amor y ternura presencia una discusión, sentirá comprensión, paciencia, cubrirá la situación con amor y liberación; su atmosfera y sus cuerpos, físico, mental y emocional, se verán invadidos por sentimientos de naturaleza constructiva.

En palabras sencillas, la energía constructiva atrae partículas de naturaleza constructiva, y la energía destructiva atrae partículas de naturaleza destructiva.

Lo ideal sería mantener una actitud positiva permanente, sin embargo, la mayoría de los seres humanos expresan energía destructiva incluso de manera automática y totalmente inconsciente. Estas líneas electrónicas que circulan y se irradian a través de los cuerpos inferiores, quedan atrapadas en el campo áurico, y a medida que se acercan a la periferia o hacia afuera, se rompen y colisionan vertiginosamente, produciendo partículas inarmónicas que saturan nuestra atmósfera interna, provocando los conocidos bloqueos energéticos y en algunos casos extremos, las rupturas del aura. Pero sólo en casos extremos; como vimos en la lección del aura, ésta se compone de varias capas, y para que varias de ellas se rompan, el ser humano debe haber realizado actos de gran maldad.

Las partículas electrónicas que quedan sueltas en el campo áurico, son atraídas y absorbidas por los vitris que tenemos en las palmas de las manos y en las plantas de los pies, provocando sensación de suciedad y escalofrió en manos, pies y piernas. Las partículas viajan de manera indefinida a través de los chakras, las esferas mentales, los cuerpos inferiores, extendiéndose hacia las glándulas endocrinas y demás órganos principales, los riñones, hígado, cerebro, corazón, etc.

Su acción destructiva se ve exponencialmente multiplicada por los pensamientos que no cesan de darles impulso. Su gran voltaje destructivo, además de producir afecciones o bloqueos en los órganos principales y causar enfermedad física, producen un tipo de bloqueo que trasciende, se extiende en el tiempo y resulta muy complejo de desenredar, este bloqueo lleva a la persona a actuar, pensar, decir, sentir y ser de una forma nociva para su propia evolución y la evolución de los demás. A estas causas de gran peso o bloqueos energéticos, es a lo que llamamos samskaras, y cuando nos vemos limitados por ellos y la energía se cristaliza a través del tiempo, se generan gran parte de los lazos kármicos. Esto sucede evidentemente porque los samskaras influencian nuestra forma de ser, actuar y sentir, y prácticamente todas nuestras acciones empiezan a ser fruto de esas grabaciones negativas.

Y por supuesto, la persona en cuestión debe saber que todas las causas que está generando de manera consciente o inconsciente pero libre, deberán ser equilibradas con los respectivos efectos.

De esta manera podemos comprender que cada ser humano cosecha lo que siembra. Todos, en algún momento hemos sembrado causas de aflicción, pero por gracia divina, por vibración, por grandeza de alma, no todos hemos trazado el mismo camino de espinas.

Por eso, al hacernos conscientes de que esa energía está propiciando sentimientos y actos que no generan bienestar, lo más sensato es detener esa actividad y reemplazarla por energía positiva a través de todos los ejercicios que ya hemos aprendido.

Muy bien, ya vimos como se desenvuelve la energía de causa y efecto en el día a día. Ahora retomemos el tema del karma, pero visto desde el otro extremo, cuando somos enviados a encarnar en este mundo.

Nuestro plan de vida

Todos tenemos un plan de vida, podemos visualizarlo como un pergamino que contiene todas las tareas de que debemos desarrollar. Este plan de vida está compuesto por una serie de puntos o experiencias trascendentales que debemos vivir para dar cumplimiento perfecto a nuestra pequeña parte del plan divino. Podemos ver estos puntos como una ruta, como una guía por la cual se rige nuestra corriente de vida.

Vamos a acercarnos un poco para ver un fragmento de esta línea de vida. En esta representación conceptual vemos puntos de Karma, Dharma y Samskaras. Muchas de estas experiencias trascendentales son nuestro karma, puntos que debemos atravesar de cualquier manera para obtener la enseñanza necesaria para nuestra evolución. Alrededor de los puntos de karma encontramos ciclos o experiencias menores que componen ese punto kármico. Es decir, cada vez que entremos a un ciclo de aprendizaje debemos atravesar por todas las etapas que lo componen para que la totalidad pueda ser trascendida. Estos ciclos de aprendizaje pueden extenderse en el tiempo tanto como sea necesario, una experiencia de superación puede iniciar en la niñez y terminar en algunos años, o bien, extenderse hasta las vísperas de nuestras desencarnación; veamos este ciclo compuesto de varias experiencias, la persona puede iniciarlo en su juventud, atravesar muchas otras vivencias, y llegar al final de su vida terrena para completarlo, etc. En seguida tenemos el dharma, como un cúmulo de energía constructiva constituido desde nuestras vidas pasadas, el cual sirve de base para nuestra construcción como seres de luz.

Este pergamino nos es entregado por los señores del karma cuando estamos preparados para una nueva vida terrena. Así, muchas veces con lágrimas en los ojos o una infinita esperanza, somos enviados al mundo con un propósito que prometemos cumplir a cabalidad.

Porcentaje de karma para cada persona

El karma se dispensa y dirige desde los ámbitos superiores por los señores del karma y es regulado por nuestro ser superior en quinta y séptima dimensión. Dependiendo del uso energético que cada ser humano haya hecho en vidas pasadas, ellos se encargan de administrar su porcentaje de karma para cada nueva encarnación.

Así, el porcentaje de karma es dispensado de manera variada pero única para cada corriente de vida. Antes de encarnar, a cada alma se le asigna un plan de vida que contiene todos los planes a desarrollar y los eventos clave que habrá de atravesar.

El porcentaje de karma que se le asigna a una corriente de vida en una encarnación, es proporcional a su dominio y capacidad para controlarlo. Esto significa que nadie es enviado a este mundo con más karma del que su capacidad interna le permita disolver. En palabras sencillas: “Dios no pone pruebas que sus hijos no puedan superar”.

La cuota de karma que una persona reciba para su nueva encarnación, tiene una magnitud variable que puede disminuir, pero no aumentar. Es decir, la persona en vida, no adquiere más karma para disolver durante la encarnación cursante, la cuota de karma ya fue designada para su corriente de vida antes de nacer. Si una persona tuviese que cargar con nuevos pesos kármicos cada nuevo día, su evolución sería inviable, y la rueda de la reencarnación interminable. Todo mal uso energético que imprima una nueva causa destructiva que sea considerada como karma, quedará pendiente para una siguiente encarnación.

Los puntos de karma se van disolviendo a medida que se avanza en la experiencia a través del tiempo en el plano físico, en consecuencia, al final de nuestra vida terrena y en el mejor de los casos, el porcentaje de karma dispuesto para esa encarnación es disuelto completamente.

De todo lo anterior podemos concluir que, lo que vivamos en nuestra encarnación actual pertenece a dos aspectos, uno, al uso energético de vidas anteriores, y dos, a las pequeñas causas que generamos día a día con nuestro libre albedrío. Pequeñas causas que, también pueden estar relacionadas con nuestro plan kámico, pero que tienen que ver especialmente con la utilización de nuestro libre albedrío.

Ya sabemos que el grado evolutivo esta determinado por la magnitud y brillo del cuerpo causal, y dependiendo de ese grado evolutivo, a cada alma se le asigna determinado plan de vida que, en la medida de lo posible favorezca la evolución de la raza y del planeta. Cada ser tiene la potestad de cumplir cabalmente su propósito individual y su plan de vida perfectamente diseñado o someterse al embate de la ley dejando tareas pendientes para su siguiente encarnación.

Ahora bien…

¿Qué es el karma?

Es probable que hayas escuchado decir que el karma es la misma ley de causa y efecto, y evidentemente, estos dos aspectos de la vida se fundamentan sobre la misma base: CAUSA Y EFECTO. Para términos prácticos podríamos denominarlos como la misma cosa, sin embargo, hay una diferencia entre las pequeñas causas y efectos que vivimos diariamente, con lo que representa la magnitud del karma y su funcionamiento.

Ya vimos cómo se desenvuelve la energía destructiva y constructiva de acuerdo a nuestros estados internos. A esa sucesión de causas y efectos nos vemos sometidos inconsciente pero voluntariamente todos los días de nuestra vida. Cuando recibimos una noticia, cuando escuchamos o vemos algo, cuando pensamos; el bombardeo que recibe la mente externa es incesante, a ello sumándole el continuo parloteo de los cuerpos inferiores que luchan por tomar el control de la consciencia. Todos los días estamos construyendo causas y recibimos los efectos correspondientes a corto, mediano o largo plazo. Pero esto, no es necesariamente el karma como tal.

Veamos cómo se va construyendo ese plan kármico: Cuando las causas y núcleos de aflicción generados por una corriente de vida trascienden y perjudican su pacífica evolución y la de sus hermanos, se marca un registro a nivel etérico personal y colectivo dependiendo del alcance que la energía haya tenido. Estos registros cristalizados son experiencias kármicas, en consecuencia, se emprende un reparo de esas acciones a través la justicia divina. Esta justicia divina ampara la ley del karma y dicta que todo debe volver a su perfección y equilibrio original.

El conocimiento exacto de los medios y maneras en que se produce ese reparo, no podrían ser concebidas por la mente humana, puesto que la diversidad de causas y efectos para un solo Ser pueden ser tan numerosos y variados que no alcanzaría una encarnación para comprenderlos. Por eso se llama justicia divina, porque su funcionamiento se desenvuelve a un nivel divino o superior. Algunos seres humanos más despiertos logran comprender el “para qué” de algunos eventos que ocurren en sus vidas, pero el “por qué”, suele permanecer reservado únicamente para su ser crístico y Presencia YO SOY.

Las pequeñas causas y efectos que una persona genere diariamente, están directamente relacionadas con su cuota de karma, puesto que la misma ley de causa y efecto nos dice: “Todo se concatena, todo está unido”. Pero el karma como tal, es esa cuota, esa energía, ese conjunto de registros dispuestos como puntos orientativos en la vida de una persona.

Podemos reescribir nuestro camino

Me gustaría explicar con un ejemplo todo lo que acabamos de escuchar, de esa manera podrán ver la diferencia entre el karma y las nuevas causas y efectos que generamos día a día con nuestro libre albedrío.

Usemos como ejemplo a una persona que, en alguna de sus vidas anteriores, fue muy avaro y denigraba a quienes vivían en la pobreza; desperdiciando todas las oportunidades que se le dieron para ayudar y compadecerse de sus hermanos. Ahora, en la encarnación cursante, ésta energía karmica que necesita equilibrarse, le impedirá, en cierto momento, que alcance libertad financiera y lo empujará constantemente hacia la escasez y la pobreza. Esto bien puede ocurrir al principio de su encarnación, como en su juventud o adultez.

Hablando en términos generales, este karma puede ser trascendido de dos maneras, una, realizando obras de amor y misericordia de gran valor que se conoce como generación de Dharma, o dos, tener que atravesar por un gran dolor y perdida para poder superarlo. Pero, si por libre albedrío, luego de haber superado la causa, elige voluntariamente vivir bajo una atmósfera de escasez, no habrá ningún poder que pueda impedírselo. Si bien el karma delimita los puntos trascendentales que habremos de atravesar, no es una camisa de fuerza ni significa que no podamos cambiar para mejorar, ya que, haciendo uso del libre albedrío, es perfectamente posible generar nuevas causas de energía constructiva para nuestro bienestar y el bienestar del mundo.

Esto nos lleva a darnos cuenta que muchas personas creen estar siendo “victimas” de su karma, pero puede que en realidad una de sus experiencias de aprendizaje ya haya culminado, y lo único que las sujeta a esa vibración destructiva, son sus actuales creaciones mentales, que, si se lo proponen, bien podrían disolver tan rápido como las crearon.

Cuando una pequeña etapa o ciclo kármico de aprendizaje se cumple, suelen pasar años antes de que el aprendiz se desapegue de las condiciones que lo aprisionan dentro de esa conducta. Por eso la meditación, el uso de los siete rayos, la respiración pránica, la medicina cósmica y demás prácticas que nos ayudan a sostener el concepto inmaculado, son indispensables si queremos liberarnos de manera efectiva de toda condición destructiva, ya sea de karma o de un samskara.

El samskara es una aglomeración energética generada por la repetición de una conducta. Muchas veces suele ser percibida como karma, pero en realidad es una conducta cristalizada que limita nuestro desenvolvimiento. Se podría decir que un samskara es el resultado de las pequeñas causas y efectos del día a día. Ejemplo, despertarse pensando en cuestiones negativas durante varios meses, al cabo de un tiempo la persona se volverá pesimista y fracasará en varios aspectos de su vida, pensará que es karma, pero es realmente un samskara, una apariencia externa, una piedrecilla que podríamos apartar, y seguir caminando tranquilamente.

Debido a los samskaras o creaciones limitantes que nacen de la repetición, es que al final de cada encarnación el porcentaje de karma sublimado suele ser inferior a lo que cada ser debía transmutar o superar a través de la experiencia.

Un llanto amargo se apodera de todas las almas que regresan a los planos superiores y se dan cuenta de todas las oportunidades que perdieron en vida, rogando por una nueva oportunidad de encarnación, pero hablaremos de este tema en la lección de “que ocurre después de morir”.

Esto lo explico para que podamos caer en cuenta de la importancia de las nuevas causas y efectos que generamos, puesto que el karma nunca deja de actuar en nuestra vida, pero podemos encausarlo por una vía más despejada para que nuestro camino sea más fácil de transitar.

De esa manera comprendemos que el karma, a pesar de basar su funcionamiento en la misma ley de causa y efecto que vivimos todos los días, tiene una proporción mucho muy superior. La causas y efectos que experimentamos a diario son la ley en acción, la ley suprema e inviolable; el karma y la justicia divina por su parte, son como las grandes ligas de esa misma ley de causa y efecto.

¿El karma es bueno o malo?

El karma está amparado por la ley de justicia divina, por lo tanto, podemos decir que el karma, es justo.

Nos preguntamos porque razón suceden ciertos eventos, ya sea en nuestra vida, en la vida de los demás y de las grandes poblaciones del mundo, como un desastre natural o el fracaso de una empresa, dejando a un grupo de seres en la incertidumbre o en la ruina. Dios, nuestro padre, jamás castiga, pero tampoco patrocina nuestros errores. Él es perdón y comprensión. Sus leyes o principios universales sirven para mantener el equilibrio de la creación. La ley del Karma-Darma permite que se logre la armonía en todos los reinos del plano físico, mental y espiritual.

Cuando se habla de karma, inmediatamente se lo asocia con algo netamente destructivo, ahora ya podemos considerar la idea de que Dios no es malo, es la justicia divina que no comprendemos, la justicia que está equilibrando la balanza por causas que un día generamos. Siempre que venga a nosotros el sentimiento de amor y gratitud, agradezcamos a Dios por esta oportunidad de vida que nos ha brindado, y fortaleza, sabiduría y amor para cumplir con su voluntad.

A la pregunta de si sería más fácil cumplir nuestro plan de vida si recordáramos nuestras vidas pasadas, el maestro Morya nos recuerda lo siguiente: El deseo de conocer sus propios planes de vida es motivo de alegría, pero, cuando se descorre ligeramente el velo, ¡el ser se lamenta al ver el sendero y las pesadas cargas que ha generado! Recordar sucesos de vidas pasadas, generalmente produce carga emocional. Esa es la razón de que el “velo” – tan despreciado por el discípulo – fuera provisto en misericordia por Dios, para envolver dulcemente el pasado en los pliegues del olvido, y que el alma no pudiera sufrir con los recuerdos de lo que ha sido. ¡Sólo a los fuertes, cuando lo solicitan, se les levanta la cortina y permanecen contemplando lo que ha sido y lo que podría ser, y lo que, en el curso ordinario del vivir, será!

Piensa en esto; a veces tenemos remordimiento y pesares por cuestiones banales del diario vivir, ahora considera revivir todo un cumulo de situaciones desagradables de vidas pasadas. A veces una persona no soporta su carga actual, y quiere, imprudentemente, recibir más carga.

Adelantar ciclos kármicos

Un ciclo kármico es una serie de sucesos ordenados y entrecomillas “preestablecidos” que nos permiten experimentar vivencias necesarias para cerrar determinado ciclo de aprendizaje. Los ciclos kármicos pueden durar tanto como lo requiera el plan para cada persona. Los ciclos kármicos son la misma justicia divina regulando su perfecto desenvolvimiento de vida.

Suelen ser fáciles de identificar, han sentido que tras superar una prueba de vida de pronto se presenta otra, y otra y luego otra, como si fuese algo de nunca acabar, esos son los ciclos kármicos.

Cada ciclo puede tener una serie de ciclos menores pertenecientes al mismo karma, por ejemplo, un problema de salud, o un conflicto con otra persona, etc.

Es posible adelantar, acelerar o condesar estos procesos en periodos más cortos, pero bajo una intensidad mucho mayor. La meditación, respiración rítmica, el uso de los siete rayos, rayo violeta y blanco, aceleran tremendamente estos ciclos kármicos, permitiendo, por ejemplo, condensar las experiencias de cinco años en tan solo uno.

Esta aceleración se manifiesta automáticamente en personas que han decido conscientemente iniciar un proceso de purificación. Esta aceleración implica que todas las vivencias, feas o bonitas, se experimenten en periodos más cortos. La energía estará actuando para disolverlas lo más pronto posible beneficiando nuestro futuro, de esa forma nuestras siguientes experiencias tendrán lugar dentro de una consciencia mucho más limpia y serán mucho más fáciles de superar. Es decir, la energía purificadora limpia los ciclos menores de una situación, para que el ciclo mayor sane en mejores condiciones y más rápido.

Por libre albedrio en el uso de su energía, multitud de almas no logran saldar el porcentaje de karma para una encarnación, teniendo que volver a nacer para vivir experiencias que dejaron incompletas hasta que las hayan sobrepasado.

Si un ser logra saldar la totalidad del porcentaje de karma para esa encarnación, los señores del karma y el Santo Ser Crístico le permiten ascender la energía para que el porcentaje de karma restante sea consumido por esta gran luz. Recordemos que es posible lograr la ascensión habiendo saldado el 51% de nuestro karma. Cuando el ser asciende, la rueda de nacimiento y muerte finaliza, su nombre es escrito en el libro de la vida y su alma espíritu se remonta a planos elevados para desempeñar tareas superiores.

Seamos comprensivos con las dolencias de otros, nadie más que Dios conoce nuestro sendero de vida, cualquiera de nosotros puede verse envuelto en alguna situación desagradable perteneciente a nuestro karma, que nuestro Padre universal amorosamente nos ha permitido redimir.

En la siguiente parte de esta lección veremos los tipos de karma, karma individual y colectivo, el karma que genera algunas enfermedades, el karma en personas con atracción homosexual, el karma que genera ciertos accidentes, la limpieza kármica y la generación de dharma.

Que el amor de Dios esté siempre contigo.

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4 comentarios
  • Hola Gabriel.
    Por favor tu ayuda con la siguiente duda que tengo:
    Los textos: “…Es decir, la persona en vida, no adquiere más karma para disolver durante la encarnación cursante…” y “…De todo lo anterior podemos concluir que, lo que vivamos en nuestra encarnación actual pertenece a dos aspectos, uno, al uso energético de vidas anteriores, y dos, a las pequeñas causas que generamos día a día con nuestro libre albedrío. Pequeñas causas que, también pueden estar relacionadas con nuestro plan kámico, pero que tienen que ver especialmente con la utilización de nuestro libre albedrío.”
    No existe contradicción en los mismos? Agradezco la aclaración.

    • Estimado Luis, bienvenido, con mucho gusto.
      Realmente… no termino de comprender porqué habría de existir contradicción. De hecho, la segunda afirmación complementa la primera. El plan kármico ya fue establecido para una encarnación, luego, las vivencias que experimentamos diariamente tienen que ver con ese mismo plan. Un abrazo fraterno. Gracias por visitar la página. Dios nos bendiga inmensamente.

  • Què sabidurìa expresas en cada tema y con què sencillez las compartes. Me encanta escucharte
    Dios te bendiga Gabriel por tu gran servicio, devociòn y amor. Un abrazo!!!

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