Abierto del 15 de Julio al 14 de Agosto de 1953
(El Puente, Julio de 1953)
En las faldas de los Cárpatos se yergue la bella y antigua casa solariega que en la actualidad es el Santuario del Maestro Ascendido Saint Germain.
Aquí, desde los primeros días de la Dispensación Cristiana, se han reunido ciertos hombres y mujeres interesados en estudiar las Leyes ocultas de la Naturaleza y los métodos para aplicar dichas Leyes a la evolución del género humano, y se han esforzado por generar mediante sus propias conciencias medios y maneras de adelantar el progreso del bien a través la humanidad de la Tierra.
Aquí, los primeros alquimistas se esforzaron por combinar las diversas aleaciones, en producir los metales anteriores que han conformado la moneda de cada generación. Aquí, otros hermanos diligentes cavilaron sobre los medios y maneras de atraer desde lo Universal, los elíxires mediante los cuales la juventud, la belleza y la mismísima Vida pudieran sostenerse por siglos.
Aquí se delineó la cultura de Edad Dorada de los primeros griegos; y, a lo largo del largo y oscuro período conocido como la “Edad de las Tinieblas” (v.g. la Alta Edad Media), estos hermanos celosamente protegieron y preservaron la opulencia de conocimiento, inventos, descubrimientos y Verdad Espiritual, para uso de los pocos que solicitaran admisión a las Puertas de la Sabiduría, y que fueran invitados a entrar a los sagrados portales de esta Casa de Sabiduría y Liberación.
Fue en esta casa de baronía que Marco Polo recibió el ímpetu de buscar las rutas comerciales para salvar la enorme extensión de territorio desconocido entre el continente europeo y el lejano Oriente. Fue aquí que Galileo aprendió la Verdad acerca de sus “estrellas”.
Y aquí, centuria tras centuria, llegó uno cuyo corazón era la brújula que lo guiaba siempre hacia la Verdad, y que —aún en las pesadas ataduras del olvido que maniataban Su visión interna, le decían que la Liberación se encontraba dentro de las paredes recubiertas de musgo de ese viejo castillo.
Él vino a calentar su corazón y a renovar su espíritu en la Presencia de la Liberación, para luego regresar a caminar entre los hijos e hijas de los hombres, irradiando sus vestiduras la fortaleza de propósito y voluntad renovada dentro de su Presencia.
A este lugar, en gran privación, año tras año, vino Roger Bacon en un fervoroso peregrinaje; y a sus puertas llamó (Cristóbal) Colón, mucho antes de que su Plan de Vida lo llevara hacia el Occidente en su servicio.
Y a este lugar vino también el desilusionado Francis Bacon, despojado de su derecho para gobernar a Britania, quien entonces solicitó rendir su honor y su nombre, de por sí, a favor de un rey que había perdido la fortuna de una corona.
Centuria tras centuria, este bello Santuario de Liberación, este hogar de fe y esperanza, había pasado de padre a hijo, llevando siempre el nombre de Rakoczi, y siempre dándole la bienvenida a los buscadores de la Verdad develada.
Y cuando se acercó final del peregrinaje terrenal del gran Hijo de la Liberación, y la Voz de la “Presencia de Dios” lo llamó a regresar a Casa, él puso en orden sus asuntos mundanos y regresó al corazón de Transilvania; y en presencia de sus seres amados, así como en los brazos de su gran amigo, cedió Su espíritu al Corazón de la Vida Eterna, para no regresar más en las ataduras limitantes de la carne, sólo en las túnicas libres de la inmortalidad —¡Saint Germain! ¡Hijo de la Liberación! Shakespeare describe esta amistad y defunción en la obra de teatro “Hamlet”. Debido a Su asociación con este hogar sagrado, y debido al Amor de Su gran benefactor, esta casa ha permanecido como un foco de la Llama de la Liberación hasta el día de hoy.
En los años postreros, particularmente durante el Siglo XVIII, cuando Saint Germain volvió a salir a los ojos del público, utilizó esta casa como sitio de reunión para Sus amigos y estudiantes; y aquí a menudo venían Catalina de Rusia, La Fayette, Von Steuben, Napoleón y otros en quienes Él tenía grandes esperanzas para adelantar la causa que es Su Vida encarnada.
Diario de el puente a la libertad – Saint Germain
