Aunque el primer Pentecostés tuvo lugar diez días después de la Ascensión del amado Maestro Jesús (los discípulos habían sido despojados de la fortaleza, confort, fe y poderes que Su presencia visible les había dado), hombres y mujeres por doquier han experimentado un Pentecostés individual de tiempo en tiempo a lo largo de las eras.
Este día de fiesta especial celebra el descenso del Espíritu del Confort Cósmico y su mezcla con la propia conciencia externa del individuo. Es la unión mística entre lo Divino y lo humano.
Los Estudiantes sinceros en el Sendero hacia el Corazón del Padre tarde o temprano encuentran sus empeños individuales, oraciones, aspiraciones y devociones que elevan la mente externa y sentimientos a la “cámara superior’, y de repente, como un “descenso de fuego”, el Espíritu del Padre se hace uno con esos Hijos Suyos. Luego, tal cual ocurrió con los discípulos de Jesús… ¡también ellos se llenan con un nuevo Espíritu de logro en Su nombre!
En este aniversario de la “transfusión” mística del Espíritu Santo a la conciencia externa de los discípulos, entremos a la “Cámara Superior” e invoquemos así como también aceptemos el descenso del Espíritu Santo en nuestras vidas y expresiones.
Es en nuestra “soledad” aparente que la unión mística tiene lugar. El amado Jesús sabía esto. El comprendía muy bien la dependencia que de Él tenían sus fieles seguidores, dependencia que, en realidad, obstaculizaba la plena expresión Divina de ellos. De allí que les dijera: “Os conviene que yo me vaya porque si no me fuera, el Confortador (Paráclito) no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.” [Juan 16:7]
Diario de El puente a la libertad de el Mahá Chohan