Ustedes ya conocen la Paz dentro del corazón, donde hay Alguien que cree en ustedes; pero hasta que llegue el día en que se descorra el velo de maya y Yo pueda presentarme cara a cara ante ustedes, probándoles Mi presencia y realidad, tendré que depender de su fe y constancia para Nuestra amistad ininterrumpida.
Permítanme tomarlos de la mano por un momento, tal cual He hecho tan a menudo cuando ustedes ponen a dormir esos cuerpos por la noche, y sacarlos de la atmósfera de la Tierra, donde podrán contemplar el sol y los planetas que componen Nuestro sistema, y dejarlos sentir el alivio y descarga que resulta de estar en este Estado Crístico, en vez de estar entrampados en los problemas y confusión del ámbito en el cual ustedes escogieron trabajar.
Diario de el puente a la libertad – Saint Germain