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Maestros de Luz Espiritual e Instructores Mediadores – Lección 21.1

Qué es un maestro y qué es maestría

La palabra maestro es utilizada para definir algo destacado por su perfección y relevancia dentro de su género porque está hecho con maestría. Por ejemplo: una composición musical que resalta por encima de otras, puede ser reconocida como “una obra maestra”.

La palabra maestro también se utiliza para distinguir a determinada persona que tiene dominio sobre algún campo en específico, y lo enseña con maestría de manera sencilla, práctica y con desenvoltura, demostrando su dominio sobre la misma.

Vemos así que la maestría puede ejercerse desde cualquier ámbito de la vida. Por ejemplo, un zapatero, diestro en el arte de manufacturar y reparar zapatos de todo tipo, en determinado momento, puede adquirir un dominio superior en su campo de trabajo, ya que mediante la práctica constante puede desarrollar habilidades y aptitudes que lo diferencian de sus colegas, porque él puede hacer su trabajo en menor tiempo y con una calidad envidiable. Podríamos decir que este zapatero tiene “maestría técnica” sobre ese pequeño campo de la vida. Sin embargo, para que la maestría pueda ser reconocida como tal, hace falta un ingrediente adicional.

Cada uno de nosotros, tú, yo, el vecino, todos, contamos con habilidades únicas y aptitudes especiales para llevar a cabo un propósito superior en algún campo de la vida, sea el que sea. Algunos aportan a la vida desde sus carreras profesionales como abogados, ingenieros, arquitectos, diseñadores, psicólogos, etc. otros aportan desde su vasto conocimiento y experiencia en el campo de la construcción, mecánica, agroindustria, etc.

Entre muchos de quienes llevan a cabo estas labores, generalmente siempre hay individuos que se destacan, y que ante la eternidad, brillan entre los demás por sus cualidades superiores que, les permiten desarrollar un trabajo amoroso dentro del campo en el que se encuentran.

Vemos así, que la maestría no sólo se refiere a nuestras habilidades humanas para desarrollar algún trabajo, la maestría, para que pueda catalogarse como tal, debe estar sustentada en una serie de cualidades internas, que dotan al individuo, de un aire de amor superior que le permite llevar a cabo sus tareas de manera distintiva.

Esto es algo notable y fácil de percibir por todos nosotros. Veamos un ejemplo, si designamos a dos personas para hacer una misma labor, en este caso digamos, limpiar y decorar una habitación para algún evento especial; al final, podremos darnos cuenta de quién puso más empeño en los detalles, y cuál de las dos personas se desenvuelve mejor al hacer su trabajo no solo por sus habilidades y destrezas, sino por su atención al cliente, su calidez en el servicio, su empeño a la hora de planear, sugerir, cambiar, etc. Nuestra percepción nos indicará cuál de las dos personas realizó su trabajo con maestría y quién no. Aunque bueno, esto también está muy ligado a desenvolvernos en lo que más nos guste hacer, pues servir desde un campo que sentimos y sabemos que no es el nuestro, opacará nuestros deseos de servir con amor.

Tú, por ejemplo, puedes estar desarrollando un trabajo bien ejecutado que aporta a la sociedad y a tu crecimiento personal, pero para que dicho trabajo sea digno de ser reconocido como una obra de maestría ante tu ser superior, debe estar sustentado sobre una base firme de amor. Pues todo aquello que con amor se brinda al mundo, con amor multiplicado el mundo lo devuelve. Y ese flujo constante de amor en acción, es lo que, a nivel superior, se registra como una obra altruista, digna de ser reconocida ante la eternidad como una obra maestra.

A nivel energético, las mismas partículas milimicroinfinitesimales que vimos en la lección de mecánica cuántica, impregnan cada una de nuestras obras, que al ser reconocidas como obras valederas, se registran en nuestro libro de vida y aportan enormemente a la expansión y radiación de nuestro cuerpo causal.

Lo principal para desarrollar maestría, sea cual sea el punto en el que te encuentres, es hacer un buen uso de la energía en pensamientos, sentimientos, palabras y obras. Sí, es difícil y requiere de todo nuestro empeño, pero el camino del bien no siempre es fácil.

Percepción interna y externa

Las personas que prestan un servicio maestro desde sus diferentes campos de especialización, tal vez deberían ser llamados maestros. Pero ¿por qué sólo algunos individuos dentro del campo espiritual son llamados así? ¿Acaso los logros maestros adquiridos por otras personas en diferentes campos de la vida no tienen valor?

Para entenderlo, hablemos de la percepción interna y externa.

El alma y la esencia interna de cada Ser, siempre logra identificarse con las vibraciones sutiles emanadas por aquella persona adelantada en el sendero espiritual, y ve en ella una luz superior que difícilmente es expresada por otras personas. Esto podríamos llamarlo percepción interna, que nos capacita para reconocer la virtud en los demás y amarlos igualmente por su composición divina, independientemente de su apariencia y manifestaciones externas, ofreciéndole respeto e igualdad. Cabe mencionar que este tipo de percepción es muy difícil de desarrollar, y requiere un manejo superior sobre sus vehículos inferiores, chakras, aura y esferas mentales.

Por otra parte tenemos la percepción externa, la cual todo poseemos, y es la que nos invita a aceptar o rechazar alguna cosa, persona o situación, en función de sus cualidades externas, dejando de lado la comprensión interna. Continuemos con el ejemplo anterior pero visto desde la percepción externa: una persona, basada en su percepción externa, puede inclinarse por catalogar a determinado individuo como un maestro espiritual, únicamente porque demuestra un conocimiento espiritual superior al suyo. Pero esta percepción externa, puede estar equivocada debido a su falta de sintonía con las frecuencias superiores. La percepción externa de esta persona está basada en un supuesto, que le indica que otro ser es mejor porque demuestra cualidades que ella aún no ha alcanzado.

Recordemos el gran poder de la mente subconsciente. Cuando decimos algo, aunque sea en broma, el subconsciente lo asume como verdad, y actuará, de acuerdo a esa programación mental.

Cuando las personas perciben externamente algo especial en el dividuo que se desenvuelve en el campo espiritual, pueden llamarle maestro por diferentes razones, ya sea porque no han sido instruidos al respecto y en su desconocimiento intentan ofrecerle un reconocimiento que realmente todos deberíamos tener, porque se sienten inferiores, o por el simple formalismo para denotar a alguien que aparentemente está más adelantado en la senda espiritual.

En ese orden de ideas, y sabiendo que el Dios que habita en ti, es el mismo que habita en mí y en todos los seres, podemos llegar a la conclusión de que en realidad todos somos HERMANOS. Sencillamente algunos van un poco más adelante, y se prestan a ayudar a los que van un poco más atrás desde los diferentes campos de la vida.

He ahí una de las razones por las cuales es importante desarrollar nuestra percepción interna, para reconocer la divinidad en los demás, y fijarnos en sus virtudes y buenas obras, antes que fijarnos en su apariencia y en sus expresiones revestidas de limitaciones humanas.

Instructores mediadores

La percepción de algunas personas las ha llevado a calificar como maestros a quienes demuestran un adelanto en el sendero de las enseñanzas espirituales. Pero ¿son realmente maestros o instructores mediadores?

Para obtener una respuesta concreta, vamos a hablar del propósito de los mediadores.

El propósito de un mediador es el de transmitir la Verdad desde el Corazón de Dios a la mente externa de individuos que han perdido su contacto personal y directo con su propia Divinidad. Cuando este propósito se ha logrado, ya no se requiere de tal mediación de conciencia, pero hasta alcanzar este punto, la mente externa de los seres humanos -incapaz de elevarse a la inspiración de su propio Ser Superior- permanece sumida en la ignorancia. A través de la misericordia de Dios, los mediadores son seres capacitados que han alcanzado un grado de evolución mediante el cual pueden escalar el monte del logro, asimilar la Verdad y llevar el conocimiento de esa Verdad de vuelta a los peregrinos en el Sendero. Los peregrinos sensatos tomarán ventaja de la copa que de esta manera se les ofrece, y al así hacerlo, su escalada por el Monte del Logro será menos ardua.

Los mediadores son indispensables en el plantea, sin un mediador o guía espiritual encarnado, los individuos que escalan hacia la cima del logro son incapaces de percibir conscientemente la guía directa de su propia Presencia de Dios “YO SOY”. Afortunadamente, Dios, en toda Su misericordia, ha provisto al planeta de seres expertos en la guía espiritual, como mediadores de esta consejería, la cual vuelve el ser externo de aquellos buscadores, hacia la Verdad.

Muchos falsos mediadores han venido, pero siempre se puede poner a prueba su realidad de la siguiente manera: Si sus enseñanzas vuelven el ser externo hacia el propio Ser Divino “YO SOY” del individuo, ese mediador viene de Dios. Si tal facilitador hace que el individuo se aleje de su propia Fuente Divina, entonces dicho sujeto no es un verdadero mediador.

Muy bien, ya comprendimos lo que es un mediador, y en respuesta a la pregunta planteada de si son maestros espirituales, la respuesta es que no. ¿Y por qué no?, para entenderlo mejor, veamos lo que es realmente un maestro espiritual y como reconocerlo.

Maestros de luz espiritual

Como lo vimos en pasadas elecciones, todos somos realmente un espíritu divino. Todos somos esencialmente espirituales. La vida es el proceso mediante el cual adquirimos maestría en los diferentes campos de aprendizaje, para graduarnos del mundo terrenal y remontarnos hacia el plano netamente espiritual.

En el ámbito de lo espiritual, para que un Ser pueda ser catalogado como maestro, debe haber adquirido maestría sobre todos los aspectos de la vida, y haberse graduado con honores con especialidad en el perfecto uso de su energía en pensamientos, sentimientos, palabras y obras.

Un maestro espiritual es un maestro de la vida. No porque tenga experiencia en todos los campos técnicos que un ser humano pueda desarrollar, sino porque desde uno de esos campos logró adquirir maestría en la aplicación de su amor divino, lo cual le permitió alcanzar su liberación.

En este caso, sólo un maestro de la vida sería digno de ser llamado maestro. El Dios que habita en nuestro corazón es un supremo maestro de amor, por lo tanto, el único digno de ser reconocido como tal por cada uno de nosotros.

Lo anterior significa que los verdaderos maestros de luz espiritual, ya no pertenecen al plano físico, porque ya se han unido a su Dios interno.

Es decir que, esencialmente todos somos maestros de luz espiritual, pero como estamos revestidos por los vehículos inferiores que nos sirven como instrumento de aprendizaje, estamos temporalmente apartados de nuestra plenitud y maestría divina.

Reconocer un alma avanzada

La única forma certera de reconocer a un alma avanzada, es sabiendo su talla espiritual. Recordemos que la talla espiritual está determinada por el tamaño y radiación de los anillos de nuestro cuerpo causal. Es decir, que el único capaz de saber nuestro grado de evolución es nuestra Presencia Superior, salvo algunos adeptos con la capacidad para identificar el tamaño del cuerpo causal de los demás.

Pero en vista de que casi nadie en el planeta cuenta con dicha capacidad, únicamente podemos depositar una cuota de confianza en aquellos mediadores más capacitados, sin poner nuestra fe en ellos, sino en las enseñanzas que transmiten desde de la fuente superior, las cuales nosotros hayamos comprobado desde la práctica. Todo esto para que, en determinado momento, logremos avanzar de manera individual mediante nuestro propio sendero de autodescubrimiento, camino al que todos estamos llamados.

A través de esa percepción desarrollada es posible ver el porcentaje de karma que nos falta por redimir, nuestra talla espiritual y las obras exactas que debemos desarrollar.

Enseñanzas recibidas de parte de los instructores

Las personas que ponen su fe en quienes se autoproclaman maestros espirituales, suelen albergar decepción cuando ven que su maestro comete alguna falla. Lo cual produce no sólo un estancamiento en la evolución de sus seguidores, sino un deterioro de aquellas enseñanzas ya recibidas. Por eso es importante no creer ciegamente en lo que diga determinada persona, tu actitud ante las enseñanzas recibidas debería ser: Ok, aprendí esto, lo voy a estudiar, lo voy a reflexionar, voy a profundizar, lo voy a meditar, lo voy a practicar hasta haberlo comprobado. Ok esto me está sirviendo, me hace sentir mejor y me ayuda a crecer, gracias Dios por esta enseñanza que he recibido. O también puede darse el caso en el que tendrás que decir, muy bien esto no es lo mío, gracias Padre por permitirme comprobarlo, agradezco la oportunidad y continúo caminando firme junto a ti.

Lastimosamente suele haber una actitud o de rechazo total, o de ciega aceptación, lo cual conlleva a rechazar una línea de conocimiento que posiblemente era su boleto hacia una vida armoniosa, o a aceptar esa línea de conocimiento sin realizar la práctica necesaria. Ambas situaciones nos alejarán de la paz que todos buscamos.

Un verdadero mediador no se proclama como maestro, ni invita a que los demás le llamen así. Un mediador es aquel que trae la palabra de vida, cuyo contenido exacto es la liberación, como un medio eficaz, para que todos sean felices en la vida.

Cuando digo libres, quiero que se comprenda la intensidad de tal significado, significa que sean auténticos ciudadanos universales, sin obstáculos y sin fronteras. Que tengan las grandes puertas de la fraternidad, abiertas a todos los horizontes, llamando ¡HERMANOS! a todos los hombres por igual., sin distinción de rangos, razas ni credos y respetándose todos en su soberanía. Decretando con total autenticidad; uniendo tu voz a la voz de todos quienes caminamos hacia la meta superior: ¡El Padre y yo somos uno! ¡Y YO SOY libre porque soy el Padre de la Liberación!

¿Existen los maestros espirituales en el plano físico?

Como vimos previamente, para que una persona pueda optar por el título de maestro espiritual, debe haberse capacitado en el campo del amor divino universal. Tarea, que suele empezar a refinarse en los últimos estados de hombre común y los primeros estados de superhombre. Consolidándose como un maestro de amor en la etapa de suprahombre.

En palabras sencillas, y si no vieron las anteriores lecciones, esto quiere decir que la maestría definitiva en el uso de nuestro amor universal, empieza brillar en los estados más avanzados de nuestra evolución. Por lo cual podríamos decir que, actualmente, existen contados maestros encarnados en el planeta, puesto que la gran mayoría de ellos, ya se han remontado hacia niveles superiores o ascendidos.

Recordemos que mientras estemos en el plano físico, siempre habrá lugar para mejorar.

Maestros y su cualidad predominante

Tal como vimos en la lección 14 parte 1 de mecánica cuántica y la lección 18 parte 2 de las almas gemelas, cada espíritu manifestado es iluminado por una de las siete esferas o rayos divinos. Los siete rayos son: El rayo azul, dorado, rosa, blanco, verde, oro rubí y violeta. Cada uno de los cuales tiene cualidades específicas que corresponden a los atributos de la divinidad tales como: Voluntad divina, Sabiduría, Amor, Ascensión, Salud, Gracia y liberación.

Cada uno de nosotros pertenece a un rayo en particular, siendo ese nuestro sendero de vida por el cual habremos de caminar para terminar de desarrollar la maestría definitiva.

Cada uno de nosotros terminará desenvolviéndose en un campo de la vida en el que tendrá que aplicar las cualidades del rayo al que pertenece. Por ejemplo, una persona perteneciente al rayo rosa del amor divino, en sus últimas encarnaciones será puesta a prueba constantemente en un “campo de batalla” en el que tendrá todas las herramientas para terminar de adquirir maestría sobre esa cualidad divina a la que pertenece. Será una persona altamente abnegada, poderosamente servicial, divinamente comprensiva, etc. De tal forma que pueda demostrar que es una digna representante de ese rayo superior al que será posteriormente ascendida.

Cada uno de nosotros debió haber desarrollado una porción de las 7 cualidades superiores a través de las diferentes encarnaciones. Vida tras vida hemos venido perfeccionando de a poco, algo de esas cualidades superiores que nos ayudarán demostrar nuestra maestría en el rayo al que pertenecemos.

Así, cada maestro de la vida que dejase el plano terrenal, remontándose al plano espiritual, dejará su huella en el planeta por sus obras de fortaleza, sabiduría, amor, pureza, verdad, paciencia, perdón, etc. Cualidades divinas a las que pertenecen y sobre las cuales habrán de reinar al unirse definitivamente a su Presencia Divina Superior YO SOY.

En los ámbitos de la luz ascendida, encontramos entonces a maestros del rayo azul, dorado, rosa, etc.

¿Qué es un maestro ascendido?

En la segunda parte de esta lección hablaremos de los grandes maestros ascendidos.

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