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Para entrar en mi reino debes estar en Paz | Jesús

yosoyespiritual yosoyespiritual 2.5K vistas 5 comentarios 3 minutos de lectura Jesús

El Reino del cielo es una esfera de conciencia en la cual no hay ser individual alguno que esté deseoso ni sea capaz de crear una vibración inarmoniosa o destructiva, mediante los centros creativos de pensamiento, sentimiento, palabra hablada o acción. Para entrar al Reino, una corriente de vida debe primeramente indicar su disposición a dejar de calificar su energía de manera que cree discordia, tanto sutil como aparente. Viene luego el más tedioso proceso de entrenar los cuerpos sutiles para recibir y dirigir las energías impersonales de la vida en una manera enteramente constructiva y armoniosa.

Cuando la corriente de vida ha probado no ser ya deseosa ni capaz de responder a ningún tipo de estímulo, externo o interno, y así no crear una vibración discordante, es ahí cuando ese individuo será un candidato para entrar al Reino. ¿Alguna vez han pensado en cuanto tiempo duraría el Reino si a una corriente de vida, sin haber alcanzado la maestría absoluta sobre sus energías, se le permitiera convertirse en una parte activa, consciente y contribuyente de la atmósfera de ese Ámbito?

Prepararse para entrar al Reino no es trabajo de un momento, ni tampoco el estímulo emocional de un arrepentimiento “a último momento”, es un trabajo de toda una vida de constante y persistente empeño de auto-control, auto-corrección e invocación devocional, pidiendo la radiación de la gracia contribuyente desde quienes la han logrado.

Todo el mundo, tanto individuos como naciones, está buscando paz. PAZ significa cesación del dolor de la mente y cuerpo. Parece que la paz se hubiera escapado de la Tierra y, sin embargo, hasta que regrese, ni el individuo ni las naciones encontrarán reposo.

La paz es una fuerza vital, una sustancia que el hombre puede sentir en su cuerpo como una radiación de bienestar, y la cual puede ser vista por el ojo interno como una sustancia efímera (frágil) exquisita y palpable, teniendo tanto sonido como color. Su color es de un exquisito dorado pálido, y su sonido es la música más suave que se mezcla con los sentimientos, calmándolos y curándolos.

Se Me reconoce tanto en el Cielo como en la Tierra como el Príncipe de la Paz. A lo largo de las centurias he generado una gran aura de sustancia celestial, la cual está disponible al instante a todo aquel que busque su influencia balsámica.

“Venid a mi todos los que estáis trabajando y cargados, y yo os haré descansar”.

 

Tomado del libro: Diario del Puente a la Libertad –  Jesús – pag 5

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