Hola, soy tu síntoma
Tengo muchos nombres: dolor de rodilla, grano, dolor de estómago, dolor de espalda, depresión, migraña, dolor de ojos, y la lista sigue y sigue. Me he ofrecido como voluntario para el peor trabajo posible: ser el portador de noticias poco gratas para ti.
Tú no me comprendes, nadie me comprende. Tú piensas que quiero fastidiarte, echar a perder tus planes de vida, todos piensan que quiero entorpecerles, hacerles daño o limitarles. Y no, eso sería un completo disparate. Yo, el síntoma, simplemente intento hablarte en un lenguaje que entiendas, que comprendas.
Para poder comunicarme contigo debo manifestarme de manera evidente, por eso espero que entiendas que yo, el síntoma, no puedo ser “sutil” y “suavecito” cuando debo darte el mensaje. Me ignoras, me desprecias, te quejas de mí, pero no te tomas ni un segundo en razonar y tratar de comprender el motivo de mi presencia en tu cuerpo.
Sólo te escucho decirme: “Cállate”, “vete”, “te odio”, y mil frases que me hacen impotente para hacerte comprender. Pero yo debo mantenerme firme y constante, porque debo hacerte entender el mensaje.
¿Qué haces tú? Me mandas a dormir con medicinas, me mandas callar con tranquilizantes, me suplicas desaparecer con antinflamatorios, me quieres borrar a la fuerza. Intentas días con día, taparme, callarme. Y me sorprende ver que a veces, hasta prefieres consultar brujas y adivinos para que de forma “mágica” yo me vaya de tu cuerpo.
Y cuando mi única intención es darte un mensaje, soy totalmente ignorado.
Imagínate que soy una alarma estruendosa, esa que intenta de mil formas decirte que algo sucede. Sueno y sueno por horas, por días, por semanas, por meses, por años, intentando salvar tu vida, y tú te quejas porque no te dejo dormir, porque no te dejo caminar, porque no te dejo trabajar, pero sigues sin escucharme…
¿Vas comprendiendo?
Para ti, yo el síntoma, soy “La Enfermedad”.
Qué cosa más absurda. No confundas las cosas.
Y pagas por docenas de consultas médicas.
Gastas dinero en medicamento tras medicamento. Y sólo para callarme.
Yo no soy la enfermedad, soy el síntoma.
¿Por qué me callas, cuando soy la única alarma que está intentando salvarte?
La enfermedad, “es tu estilo de vida”, “son tus emociones contenidas“, eso sí es la enfermedad. Y ningún médico aquí en el planeta, sabe cómo combatir enfermedades. Lo único que hacen es combatirme, combatir el síntoma. Callarme, silenciarme, desaparecerme. Ponerme un maquillaje invisible para que tú no me veas.
Y sí, está bien si ahora que escuchas esto, te sientes un poco molesto, sí. Esto debe ser algo como un “golpazo a tu inteligencia”. Está bien si por ahora te sientes un poco molesto o frustrado. Pero yo puedo manejar tus procesos bastante bien y los entiendo. De hecho, es parte de mi trabajo, no te preocupes. La buena noticia es que depende de ti no necesitarme más. Depende totalmente de ti, analizar lo que trato de decirte, lo que trato de prevenir.
Cuando yo, “el síntoma”, aparezco en tu vida, no es para saludarte, no. Es para avisarte que una emoción que contuviste, debe ser analizada y resuelta para no enfermarte. Deberías darte la oportunidad de preguntarte a ti mismo: ¿”por qué apareció este síntoma en mi vida”, “qué querrá decirme”? ¿Por qué está apareciendo este síntoma ahora?,
¿Qué debo cambiar en mí para ya no necesitar de este síntoma?
Si dejas este trabajo de investigación sólo a tu mente, la respuesta no te llevará más allá de lo que has hecho años atrás. Debes recabar en lo profundo de tu ser, ir a tu corazón, consultar en tus emociones, en tus memorias.
Por favor, cuando yo aparezca en tu cuerpo, antes de correr al doctor para que me duerma, analiza lo que trato de decirte, de verdad que, por una vez en la vida, me gustaría ser reconocido por mi trabajo, por mi excelente trabajo. Y entre más rápido hagas conciencia del porqué de mi aparición en tu cuerpo, más rápido me iré.
Poco a poco descubrirás, que entre mejor investigador seas, menos veces vendré a visitarte. Y te aseguro que llegará el día en que no me vuelvas a ver ni a sentir. Al mismo tiempo que logres ese equilibrio y perfección como “analizador” de tu vida, tus emociones, tus reacciones, tu coherencia, te garantizo que jamás volverás a saturar tu cuerpo con medicinas.
Te invito a que reflexiones el motivo de mi visita cada que me veas aparecer.
Por favor, haz conciencia, reflexiona y actúa.
Entre más pronto lo hagas, más pronto me iré de tu vida.
Atte,
El síntoma.
Me encantaría que vieran un atardecer, tanto y tan así, como yo lo ví.