Aquello que la gente llama “El día del juicio” es un asunto individual. Permítanme tratar de explicarles: Cuando una Corriente de Vida decide terminar con la voluntad humana y regresar los vehículos externos y el hombre externo al uso de la identidad de Dios; él, mediante dicho acto, denota que ha llegado a encontrarse triste en su sendero auto- escogido de separatividad y que desea identificarse a sí mismo con el Principio de Dios que gobierna al Universo y que vive por la Ley de Armonía.
Los estudiantes de la Ley de Vida son personas que han denotado su disposición a ceder estos vehículos robados a la identidad de Dios que los han sostenido durante las largas centurias. Este noble gesto inmediatamente lleva al individuo a la atención de la Jerarquía y se saca el Libro de la Vida o el Libro del Juicio para leerlo.
Todos y cada uno de los electrones que el individuo haya tomado de la Luz amorfa en el corazón de Dios y que haya enviado dentro del Universo, estampado con el patrón de Luz de Su Corriente de Vida, ha de ser contabilizado. Si los electrones fueron enviados en armonía por un propósito constructivo a realizar al menos una proporción aceptable de la razón de vida para tal persona; dichos electrones son descargados de la columna de débitos de Su “Libro mayor” y pasan a formar parte de la reserva para bien en el Cuerpo Causal. Pero todos esos incontables cientos de miles de toneladas de energía que el individuo tan osadamente extrajo del corazón de Dios (Donde la misma se encontraba descansando en calma y tranquilidad) y que proyectó calificadas discordantemente por pensamientos y sentimientos, tanto egoístas como voluntarios del cuaternario inferior, tienen que ser devueltos al individuo – de una u otra forma – hasta que dicha Corriente de Vida redima esa energía y la proyecte en Amor, ya que; la Ley de la Vida es que, cualquier energía que se proyecte sin acatar la Ley de la Armonía, debe ser limpiada y purificada por el Dispensador.
Ahora bien; cuando digo “Devuelto de una u otra forma” lo que quiero decir es que, muy a menudo la energía que se proyecta, calificada inarmoniosamente por el libre albedrío del individuo, le regresará en una encarnación a través de algún rasgo o característica particular en alguna persona a su alrededor que le resultará particularmente fastidiosa o angustiosa. Y esa energía que viene de otra Corriente de Vida y que “espolea” el temperamento de uno, tiene que ser amado, hasta llevarlo a la armonía; de lo contrario la misma volverá a aparecer en otra Corriente de Vida en algún punto en el Sendero del individuo. No hay dos personas que se molesten en igual forma por los mismos rasgos, hábitos y características de la gente, los animales o las circunstancias. ¿Por qué? – Porque cada uno es aguijoneado solamente por la energía que corresponde a Su propia “caída” en alguna encarnación y que la Vida – en Misericordia – le trae de vuelta a fin de que él o ella pueda redimirla, resultando en liberación, tanto para sí mismo como para la otra persona.
Cuando un individuo llega al punto en que Su Ascensión está a la vista, se acelera en gran medida el retorno de esta energía y pareciera como si condiciones e individuos comenzaran a brotar de todo posible agujero en la Tierra, causándole cualquier cantidad de molestias. Si tan solo uno pudiera caer en cuenta de que este “bombardeo” no es más que el regreso de la energía propia de uno – la cual está siendo citada por Ley cósmica, antes de que uno pueda pasar por los portales de la Libertad – uno no sentiría tanto resentimiento y rebeldía. El caer en cuenta de esto mis Amados, os eximiría de gran cantidad de depresión y duda y sabríais que, justo en esa presión y peso de las circunstancias está una promesa de que – al citar “a vuestras cuentas” – la Jerarquía sabía que estabais preparados para “manejar la energía y tener la gloria de la Ascensión. Es así que, cada momento se vuelve una oportunidad para “Balancear vuestras cuentas, hasta que se seque la tinta roja”.
Electrones – Amado Mahá Chohán, Santo Aeolus