Amado amigo de Luz y compañero de viaje en el sendero de la vida, rumbo a la meta de toda existencia —el corazón de Dios— desde donde todos salimos y al cual habremos de regresar algún día— pensemos por un momento acerca de nuestra fuente creativa; y al hacerlo, atraigamos, mediante nuestra atención, una parte de Su sabiduría, tan libremente vertida con amor, dentro de nuestra propia experiencia. ¿Quién o qué lo creó para comenzar? ¿Qué crea en tu propio mundo, en tu mente, en tu cuerpo y en tus asuntos? Me parece que tu respuesta podría ser, “mi inteligencia”.
Te pregunto, “¿dónde está eso ubicado en tu mundo?” Tú dices, “en mi cerebro”. Bueno, ¿acaso tú la personalidad externa, hiciste tu inteligencia o tu cerebro? ¿Por qué no? ¿Podrías alguna vez hacer un ya sea para ti o para otra persona? Luego, tiene que haber sido un regalo que te dio alguien más grande que tu ser humano, quien sí podría hacerlo Prueba de esto es que se hizo (se creó), ya que de lo contrario… ¡no estarías pensando conmigo ahora!
Bueno, “como es arriba, es abajo”. La serena piscina de agua refleja en sí lo que se espeja en ella, la mente serena del hombre —la mente deliberadamente gobernada, controlada y compelida a aquietarse— reflejará la mente mayor que la hizo, y reflejará en ella su propia gran paz y perfección. “Estad quietos, y conoced que YO SOY Dios”. Todo aquel que sea lo suficientemente grande como para hacer esto y permanecer en ello hasta que se logre naturalmente, se convierte para sí y para el mundo de los hombres en la más grande prueba en el universo de la existencia de Dios.
¿Sabes? En todo el mundo no existe eso que se denomina “ateo”. Hay gente que a veces, tontamente, se declara serlo, pero ¿cómo podría esto ser? Ya que Dios es vida, y tal cual acordamos anteriormente, es la mera existencia de todo ser humano por la vida que palpita en su corazón físico, entonces, ¿cómo podría alguien creer que no hay Dios, en tanto que tenga vida dentro de sí? La mismísima energía por la cual alguien niega a Dios… ¡es Dios mismo! ¡Uno que no tenga vida no puede negar nada, no puede hacer nada! De manera que la mismísima habilidad para siquiera tener una opinión sobre el tema es un atributo de Dios mismo — ¡investido en su amada creación del hombre!
Se dice que Abraham Lincoln una vez comentó que podía imaginar a alguien parado encima del planeta Tierra y, viendo hacia abajo sobre el mismo y viendo las condiciones de zozobra que la humanidad ha creado, pudiera atreverse a pensar que Dios no existe; pero dijo que nunca podría concebir a alguien, que parado en esta Tierra y mirando hacia arriba a la magnífica gloria de los Cielos… ¡pudiera afirmar tamaña tontería!
Aún en este mundo de la forma, nuestro mundo del diario vivir, donde se supone que los “milagros” como tales ya se extinguieron, es muy evidente que nada “sencillamente pasa”, que todo viene de algo y de alguna parte. El mero hecho de que algo existe prueba que tuvo un creador (una fuente), y que ese creador siempre es mayor que su creación. Si una conciencia puede crear una cosa, puede crear más cosas, y así tenemos al gran Creador de nuestro universo (Dios) creando no sólo al hombre, sino a esas inteligencias menores y mayores que protegen y sostienen la existencia de la humanidad en este planeta Tierra.
Una de las más grandes de estas creaciones benefactoras es la presencia de la Hueste Angélica, la cual opera en la Tierra y su atmósfera bajo la dirección del gran Arcángel Miguel, para bendecir a la humanidad.
Uno de los Maestros de Sabiduría dijo recientemente: «Añoro que llegue el día cuando la cortina de la indiferencia humana y poco me importa sea descorrida, y la humanidad de la Tierra vea por sí misma servicio constante, bello, incansable y amoroso que la Hueste Angélica presta voluntariamente, para hacer de la mismísima atmósfera en que se desenvuelven lo suficientemente pura como para sostener los elementos que componen los cuerpos físicos de la gente,
Las fuerzas de los elementos no podrían sostener una forma física para el espíritu que evoluciona a no ser por la constante purificación que tiene lugar en los ámbitos internos, particularmente bajo la dirección del Señor Miguel y los Ángeles del Rayo Llama Azul, quienes entran bajo Su guía y actúan sobre el rayo de Su amor. Es un milagro, de por sí, que el mundo ortodoxo le haya dado siquiera un reconocimiento limitado al Señor Miguel, quien ha sostenido ininterrumpidamente la conexión entre la hermandad angélica y la gente de la Tierra a lo largo de las eras. ¡Para ustedes, todo Su amor y bendiciones!
Diciembre de 1952
Diario de El Puente a la Libertad – Pallas Atenea – Parte 17