(El Puente, Octubre de 1953)
Amados Amigos de Mi Corazón:
Desde los apretados contornos de un camarote no más grande que una pequeña plataforma, cuyas juntas saltaron debido a una batalla desigual con el mar inclemente, Me asomé a través del empañado ojo de buey para ver las verdes islas que, Cual sombras efímeras, surgían de la neblina matinal, y que constituían las primeras manifestaciones tangibles del mundo nuevo y virgen que Mi corazón había estado buscando durante tantas centurias una tierra rica en crecimiento natural, y libre de la sangre de las mezquinas peleas de los hombres, donde la Liberación podría darse en cada corazón.
En los Planos Internos se Me mostró este teatro natural, y se Me prometió que estaría esperando cuando los corazones de los hombres desearan la Liberación más que la Vida misma, si se pudiera encontrar tales hombres o inspirarlos con el deseo de disfrutar de tal Cualidad Divina.
Con esta promesa, y contando únicamente con la llama de Mi corazón como brújula, encarné en las colinas de Génova; y la certeza de que esa tierra existía crecía en Mí a medida que mi cuerpo se desarrollaba y maduraba.
Al igual que David Lloyd, Yo sólo tenía la convicción de que “en alguna parte” existía esa tierra, pero las ataduras voluntarias del olvido de la Tierra hicieron necesario que Yo desarrollara, desde Mi interior, su posible ubicación, y que luego convenciera a una patrona renuente a patrocinar Mi idea, con nada que ofrecerle a cambio que pudiera apoyar Mi convicción, salvo Mi propia fe interna en la realidad del nuevo mundo.
La fuerza impulsora de una Idea Divina, cuando se le enfrenta con la resistencia de la ignorancia, la superstición y el escepticismo del hombre, es lo que torna la chispa del Fuego Espiritual en una Llama, mediante la cual se manifiesta el Logro.
Después de que se abrió el sendero a este nuevo mundo, vinieron otros hombres que deseaban Liberación, si bien Yo todavía trabajaba desde dentro de mis propias cadenas kármicas Acercándonos cada vez más al día en que una nueva raza de hombres espiritualmente maduros pudiera disfrutar de esta tierra. Me esforcé por escribir acerca de esto en El Nuevo Atlántico, una vez más afirmando Mi fe en una hermandad mundial.
Luego, la Ley Cósmica me ofreció la Ascensión antes de haber realizado esa visión. De no haber sido por los consejos de la Diosa de la Libertad y del Gran Director Divino, creo que no hubiera aceptado Mi Ascensión antes de que se estableciera esta Nueva Era.
Ellos Me prometieron que, entre las corrientes de vida que todavía estaban atadas por restricciones kármicas, se encontraría a quienes asumirían Mi interés en una Tierra de los Libres, y se convertirían en Mi cuerpo y en Mi propio ser al llevar a cabo estos planes, completando la obra que tan diligente y sinceramente Yo había comenzado.
Ustedes aquí presentes esta mañana y algunos de los primeros patriotas americanos, fueron quienes comparecieron ante el Tribunal Kármico y se ofrecieron a representarme si Yo aceptaba la Ascensión en aquel entonces. Los Señores del Karma aceptaron su oferta, de manera que de alguna manera debo Mi Ascensión a su amable asistencia.
Algunos de ustedes estuvieron Conmigo en aquella mañana de otoño cuando la “Santa María” echó ancla en las Indias Occidentales, y todos son amigos de Mi corazón desde eras que ya pasaron. ¿Acaso les sorprende que los ame, que los bendiga, que les dé las gracias, y que vuelva a estar con ustedes? Sólo sepan que el Corazón de la Liberación se mueve con ustedes doquiera que vivan.
Diario de el puente a la libertad – Saint Germain
