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Un maestro ascendido te guía en cuanto entras al sendero | D.T. Marches

yosoyespiritual yosoyespiritual 3.5K vistas 6 comentarios 5 minutos de lectura Rayo Oro Rubí

Muchos estudiantes en el sendero sienten que el logro espiritual último para ellos sería “contactar” al Maestro a través de sus egos personales. Quizás no les pasa por la cabeza que en el momento en que una persona pone su pie en el sendero, inmediatamente es puesto bajo el cuidado y protección de un Maestro de Amor y Sabiduría, y la bella asociación con el Maestro comienza, si bien externamente el estudiante no siempre está consciente de este hecho.

Lo primero que un Maestro hace, cuando se le presenta un estudiante para su cuidado e instrucción, es escudriñar la corriente de vida del aspirante, y tomar cuidadosas notas de sus evolucionarios empeños. Se concientiza de sus fortalezas y debilidades, así como también de sus reacciones potenciales bajo la presión de las circunstancias. De hecho, llega a conocer mucho más acerca del estudiante que lo que el aspirante sabe de sí mismo. El Maestro está consciente de todas sus esperanzas y aspiraciones, y, en consecuencia, está más anhelante de llegar a la mente consciente del pupilo a través del poder despertador de Amor, de lo que está la mente atada-a-los-sentidos del individuo de llegar a Él.

La tendencia del ego personal es recostarse o depender de un individuo más fuerte o sobresaliente, especialmente de un maestro. Aún los apóstoles se recostaban del Maestro Jesús, quien les decía: “Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Confortador no vendría a vosotros.” Por tanto, es “oportuno” que el Maestro permanezca “fuera de vista” mientras que el estudiante está aprendiendo sus primeros pasos en el sendero hacia la Auto-Maestría. Al Dios en embrión no se le puede permitir convertirse en un autómata, lo cual fácilmente podría ocurrir si el Maestro fuera a solucionar todos los problemas del pupilo, y a tomar todas las decisiones personales por él.

Los Maestros, de por sí, trabajan bajo un código estricto de Ley Cósmica, y de no estar fortalecidos por la Sabiduría, podría decirse que Ellos de hecho sufren cuando ven a un pupilo amado laborando bajo la limitación de las condiciones humanas que Ellos podrían disolver mediante un mero gesto. Sin embargo, se requiere de un gran y sensato Amor para retener un regalo de un ser amado, regalo el cual aliviaría una necesidad actual, pero que más tarde iría en detrimento para el logro de la Maestría.

La madre sensata anima a su infante en sus primeros intentos por caminar, si bien ella sabe que lo más seguro el bebé caerá y se hará daño muchas veces antes de poder dar sus primeros pasos sin ayuda de nadie. Más tarde, cuando el niño va a la escuela, sus intentos por leer y escribir podrán ser un esfuerzo doloroso, pero el maestro sensato no le hace las tareas, a sabiendas de que eventualmente dominará el arte mediante la perseverancia y la práctica. Los Maestros de Sabiduría utilizan los mismos métodos sensatos al tratar con los estudiantes en el sendero. Ellos se dan cuenta de que una persona que se despierta de la conciencia humana limitada al conocimiento cósmico y auto-maestría, como el pequeño que acude a su primer día de escuela.

Es sólo mediante la experiencia que el estudiante en el Sendero aprende que se espera de él que proceda hacia Dios bajo su propio vapor, y no que sea “llevado” por el profesor. Aprende sabiduría mediante sus errores, e igualmente aprende que debe tomar sus propias decisiones y ceñirse a los resultados de su elección. A menudo experimenta un sentimiento de desilusión cuando se entera de que aparentemente no es “alabado ni culpado” por sus acciones, sino que si tiene la paciencia para perseverar, se dará cuenta de que todo esto es parte de su educación espiritual, y que de hecho está habitando bajo las “alas de Amor” a lo largo de todo este período probacionista.

 

Tomado del libro: Diario del Puente a la Libertad –  Jesús

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