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La concentración – Lección 11

yosoyespiritual yosoyespiritual 3.9K vistas Escribe tu comentario 12 minutos de lectura Videos

Qué es la concentración

La concentración es la base fundamental para alcanzar el éxito en toda empresa o trabajo que nos empeñemos alcanzar ya sea en el camino material o espiritual. El secreto del éxito está en irradiar el pensamiento concentrado en un deseo o en una imagen estable, fuerte y sincera, obligando a la mente por medio de la voluntad a permanecer fija en forma enfocada, dejando atrás todo tipo de impresión.

Se debe evitar dispersar nuestro pensamiento con otras ideas; La concentración requiere indispensablemente de la atención, ya que cuando prestamos atención a cualquier asunto, la sustancia mental se concentra a un grado tal que por ley universal del mentalismo terminamos atrayendo aquello en lo que nos enfocamos. Sin embargo, no es lo mismo una mente dispersa y fragmentada que una mente estable y bien gobernada, una mente caótica y confusa que una mente clara y despejada, una mente difusa y agitada que una encauzada y sosegada.

La mente dispersa crea muchas dificultades, entendimiento incorrecto, tensiones y alimenta sus propios errores. La mente unificada, establecida con firmeza, bien sujeta bajo el mando de la consciencia y la voluntad, es una herramienta muy valiosa y fiable. Por todo ello es necesario tener una mente bien entrenada, y esto significa tener una mente que nos obedece, que reflexiona con claridad y precisión, que sabe dejar de pensar y sosegarse.

De la misma manera que la dispersión mental debilita, confunde y desarmoniza, la concentración mental nos cohesiona psíquicamente, nos protege contra pensamientos inadecuados e insanos y de estados mentales perniciosos, nos otorga un juicio más profundo y esclarecido, potencia la memoria y nos permite hacer todo con mayor precisión, cordura y habilidad.

Hasta que comenzamos a conocer la mente y empezamos a ejercitarnos en su saludable dominio, esta es fluctuante como la llama de una vela expuesta al viento. La mente del ser humano suele ser caótica y tiende a crear muchas dificultades innecesarias. Sólo mediante el ejercicio de una vida espiritual se va aprendiendo a concentrar la mente, sólo cuando nacen la benevolencia, la compasión y la ecuanimidad, la mente experimenta la estabilidad.

En la vida espiritual la concentración juega un papel fundamental, porque de la virtud de la concentración surge la sabiduría que libera e ilumina. Una mente concentrada es una mente que se vigila y se custodia mejor a sí misma y que no se deja alterar por lo banal y por lo superfluo. Una mente concentrada puede contemplar, imperturbable, la dinámica de la existencia y no se deja confundir por las apariencias. Es necesario aprender a mantener la mente más atenta en la propia vida cotidiana, encontrarse presente en lo que se está haciendo y EVITAR EL AUTOMÁTICO Y ATOSIGANTE PARLOTEO MENTAL.

Una mente concentrada es necesaria en la senda espiritual. Hay que ser paciente en el ejercicio de la concentración, que gana en intensidad y pureza con la práctica perseverante y gradual, pues al principio la mente se escapa una y otra vez al control de la persona, pero, con paciencia, se debe una y otra vez regresar al objeto de concentración. Una mente dispersa es como una casa mal techada en la que entran el granizo, la lluvia y la nieve, pero una mente concentrada es como una casa bien techada donde no penetran esos elementos. La mente concentrada adquiere estabilidad, energía y fuerza, y se convierte en una aliada en cualquier momento y circunstancia. Ayuda a vencer las dificultades y libera de todo tipo de agitación mental.

La concentración es la técnica para canalizar y someter a la más sutil y poderosa de todas las fuerzas de la naturaleza: la energía mental o pensamiento. En el proceso de concentración lo que hacemos es retener una forma de pensamiento y no dejar que cambie en otra forma o que desaparezca.

La práctica de la concentración tiene por objeto adiestrar a la mente para que pueda dirigirse a lugares u objetos determinados a voluntad y conscientemente. La mente, antes de familiarizarse con un nuevo camino, necesita un adiestramiento largo y específico.

Esta práctica comienza con el control de los sentidos. Cuando los sentidos pueden cerrarse a voluntad a lo exterior, uno se encuentra con el vasto mundo de lo interior, poblado de recuerdos e imaginaciones tan tentadoras como las del exterior. Es preciso entonces retirar la atención de este juego ilusorio de la mente y fijarla conscientemente en un solo punto. Aquí comienza la concentración.

Todo el mundo posee cierta capacidad de concentración, pero para la evolución espiritual es preciso desarrollar esta facultad hasta un grado muy alto. Toda nuestra vida es un constante ejercicio de concentración. Igual que solamente somos capaces de hacer una cosa a la vez, deberíamos tener siempre una sola idea en la mente: la idea de aquello que estamos haciendo en un momento determinado. Eso nos convertiría en genios. La única diferencia entre un genio y una persona ordinaria es su capacidad de concentración. Quien es capaz de concentrar y proyectar todas sus energías en una disciplina cualquiera se convierte en un genio. Los santos concentran su pensamiento en Dios y adquieren un magnetismo divino que envuelve espiritualmente a cuantos entran en contacto con ellos.

La concentración es necesaria para hacer nuestra vida fecunda. Uno debe elegir un ideal y concentrarse plenamente en él. Sin distracciones. Solamente así puede obtenerse éxito en la vida. Los inestables, los eternos buscadores, los que prueban un poco de aquí y un poco de allá, sin decidirse jamás por un camino u otro, son perfectos ejemplos de dispersión. Tales personas pueden pasarse horas enteras sentadas tratando de concentrar su mente, pero todo lo que pueden hacer es construir castillos en el aire. La mayor parte de sus energías las gastan en la murmuración y el regalo de los sentidos. Pretenden buscar la verdad, pero lo único que quieren es un método maravilloso y exclusivo que les conduzca rápidamente a la realización sin ninguna disciplina y sin verse obligados a prescindir de aquello que atrae a sus sentidos y dispersa su mente. ¿Cómo pueden disfrutar de paz quienes albergan tal inquietud y desasosiego? ¿Cómo pueden tales personas alcanzar logro alguno, temporal o espiritual?

La más elevada de las tareas del hombre, la única que puede liberarle de todas sus miserias, la que constituye el objeto de toda existencia, es la concentración en lo divino. Llevar una vida espiritual no es otra cosa que entrenarse en este ejercicio glorioso de concentrar la mente en lo divino y apartarla, gradualmente, de lo mundano. Todas las demás prácticas y ejercicios tienen como finalidad última capacitarnos para llevar a cabo con éxito este alto cometido.

 

COMO LLEVAR LA VOLUNTAD A LA CONCENTRACIÓN

Para lograr fijar la atención podemos ayudarnos de pequeños ejercicios trabajando en ellos de cinco a diez minutos diarios aumentando el tiempo progresivamente todos los días hasta lograr llegar a cincuenta o sesenta minutos después de algún tiempo. Estos ejercicios pueden ser como los siguientes, los cuales se realizarán una vez estemos relajados y sin ningún tipo de tensión:

  1. Contar en forma descendente del diez al uno, del veinte al uno, etc.… hasta llegar a contar de cien al uno sin distraernos.
  2. Visualizar el proceso de apertura de una flor, desde la formación del capullo floral hasta si máximo esplendor, acompañada de todos sus detalles, incluso hasta de su fragancia.
  3. Decidir en forma consiente no usar la palabra “Yo” en nada negativo por un día, una semana, un mes, etc. Hasta formar el habito
  4. Escuchar música clásica y armoniosa sin pensar en nada más.
  5. Guardar silencio durante unos veinte minutos cada día hasta llegar a un retiro espiritual por medio de la práctica de la meditación contemplativa, tiempo en el cual el individuo habrá de procurar encontrarse consigo mismo. Igualmente podemos analizar y reflexionar sobre un texto leído.

Cada persona puede elegir para su práctica aquel objeto con el que se sienta más identificado: una imagen, un chakra, la llama de una vela o una idea abstracta (Paz, Dios, Amor). Lo verdaderamente importante no es el objeto elegido, sino que exista concentración y que ésta se emplee inteligentemente con propósitos evolutivos y espirituales.

 

VENTAJAS DE LA CONCENTRACIÓN

La concentración es como un músculo, podemos aprender a entrenar nuestra capacidad de atención, para así mejorar nuestros niveles de concentración, y de esta forma aumentar nuestra productividad. Algunas ventajas de la concentración son:

  1. Lograr encontrarnos a nosotros mismos por medio del control de las emociones.
  2. Una vida ordenada tanto en el campo físico como en el mental y emocional.
  3. Aumentar nuestra capacidad de análisis y darle mayor uso a nuestra mente.
  4. Mejorar nuestro trabajo diario.
  5. A través de la concentración es como el alma humana llega a controlar sus vehículos de expresión, físico, etérico, mental y emocional, logrando colocarse en una línea media evitando los fuertes golpes de las leyes universales.
  6. El ser humano podrá enfocarse en la luz inmanente y se vuelve, por decirlo así, radiactivo, extrayendo hacia sí mismo y su mundo todo lo positivo y bello.

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