Toda congoja, desencanto, desilusión y todo fracaso, se dan porque el servicio que se presta en las diferentes facetas de la vida no está bien dirigido. La humanidad no ha comprendido que el servicio a Dios, que es la Ley de todos los seres, es la gran clave para nuestro bienestar.
Cuando una persona sirve a otros individuos, por lo general solo piensa en servirle a la forma física; y el consecuente retorno de energía, estará limitado por las vibraciones que emite esa misma corriente de forma física. Ya que la vida es un reflejo de lo que somos, entonces no hay manera de recibir sino aquello en lo que enfocamos nuestras energías.
Sin embargo, cuando el hombre dirige su servicio, sea cual fuere, pensando que le está sirviendo a la presencia de Dios en todos los seres y en todas las cosas, su servicio le llevará dentro de la presencia de esos mismos individuos y los beneficiará en gran medida, sabiendo que la recompensa obtenida no vendrá de sus beneficiarios, sino del mismo sentimiento de amor con que presta su servicio.
Todo ser humano que ahora sirve por deber o por exactitud moral, algún día recibirá a Dios en su corazón y le servirá mediante el Amor en todas sus actividades.
Servir a Dios no quiere decir auto-desasociarse del prójimo, ni de abandonar las obligaciones que su plan de vida ha querido hacerle experimentar, sino que por el contrario, debe dedicar su vida, acción y ser, a servir con amor en todos los escenarios que la vida lo ha puesto.
Donde quiera que presten un servicio, enriquézcanlo con la Causa del Bien, pero no hasta el punto en que esperen un retorno de los objetos que se benefician por su amor a Dios, ya que el retorno de la recompensa siempre vendrá del sentimiento gratificante dentro de cada uno de ustedes.
Muchos seres valientes han malentendido la Ley del Servicio. En cada nación hoy día hay muchos que están sirviendo a su propio deseo de autoridad en la creación de la forma mediante pensamientos y sentimientos, sin embargo, en algún punto de sus existencias tendrán que dedicar sus almas y naturalezas al Servicio del Propósito Divino.
Dos individuos, parados exactamente sobre mismo punto, ejecutando exactamente los mismos actos físicos, podrán recibir una corriente de retorno totalmente distinta, determinada por la Fuerza que ellos han decidido servir antes de la actividad.
Quien se dedique a servir a la Causa de Dios trayendo felicidad a la Vida, podrá gozar de la misma ministración física y, no obstante, estar totalmente aliviado de cualquier sentimiento de que una recompensa habrá de venir de parte del objeto así beneficiado.
Otro, con igual sinceridad, al detectar una necesidad de ministración y deseando aliviar alguna necesidad aparente en su objetivo exteriorizado, no centrará su servicio ni lo dedicará a Dios, sino que se apurará hacia adelante y resolverá su necesidad. Luego, habiendo servido a lo limitado, recibirá de vuelta dentro de sí sólo el regalo que lo imperfecto puede ofrecer, y si no recibe ninguno, se amargará en su servicio.
La paz sólo viene cuando USTEDES SE ESFUERZAN AL MÁXIMO DE SUS HABILIDADES EN SERVIR A LA CAUSA DEL BIEN Y EXTERIORIZARLA, todo esto sin preocupación alguna por la actividad externa en cuanto a los posibles efectos recibidos para con su Servicio.
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Es importante que al hacer las cosas , se haga con todo nuestro amor , poniendo a Dios en acción en todas nuestras actividades. Solo de esa forma se podrán recibir ” recompensas ” gratificantes.
AMEN
Angélica VC
Muy aclarador!!
Maravilloso!!!
Gracias Padre!