Pasamos algún tiempo repasando la gloria de la China temprana. Todos en aquel imperio estaban conscientes de la Presencia, así como el hombre de hoy está consciente de sus manos y pies, y en ese bello y sencillo vivir, cada corriente de vida contribuía con talentos maravillosos y glorias a la raza como un todo, y la belleza literalmente se desbordaba del regazo de los Dioses a través de la conciencia de esa raza despierta.
La China de hoy está en los estertores de un gran nacimiento nuevo, el cual todavía no puede percibirse con los ojos del hombre. Dentro de esa nación se está desenvolviendo de manera notable un gran espíritu, el cual prestará un gran servicio a la gente del futuro — del cual muchas almas despiertas en oriente ya están conscientes.
Nunca olviden sus Llamados por esta nación, y para pedir que los egos espirituales fuertes que han encarnado en China sean protegidos hasta que alcancen la madurez, de toda fuerza desmoralizadora que todavía revolotea sobre ellos en la atmósfera de aquella tierra.
La amada Astrea y el Señor Miguel junto con las Huestes purificadoras de las Legiones de Dios pueden igualmente ser invocadas a la acción para eliminar la sábana de iniquidad que mantiene inerte el poderoso espíritu de China.
A ella todavía le queda un gran servicio que prestar al planeta Tierra — hay riquezas en el corazón de sus montañas que harán mucho por añadir a la belleza de la nación.
Hay una perfección exquisita en los registros etéricos de las grandes corrientes de vida en China, la cual debe ser puesta de manifiesto al tiempo que la gran Perfección final se manifiesta por todo el planeta Tierra, la cual se mezclará con la fortaleza de Occidente para traer la belleza de los Ámbitos Superiores a los templos, hogares y vestiduras de la gente.
La dulzura de China, cual esencia de la rosa y el lirio, está oculta profundamente en el corazón de la nación, y la flor no se abrirá hasta que la pestilencia que parece mantener el capullo en su puño de acero, sea eliminada.
Diario de el puente a la libertad del Mahá Chohán
