Paciencia en tu servicio espiritual | El Morya

SIGNIFICADO DE LAS MANOS DE LA ORDEN SUPERIOR

Las manos de la Orden constituyen su poder de logro:

• LA MANO DERECHA simboliza el trabajo exotérico que habrá de hacerse en el mundo mediante la transmisión de las lecciones y la difusión de la Enseñanza, la publicación de los libros, la conformación de grupos de estudio, el dar conferencias, etc.

• LA MANO IZQUIERDA simboliza el trabajo esotérico o personal que se logra mediante la correspondencia privada y las enseñanzas de los verdaderos y dedicados seguidores, ayudándolos con sus problemas personales, contestando sus cartas transmitiendo el amor sanador y el consejo personal del instructor a ellos, etc.

Todo esto requiere de mucha paciencia, tiempo y fortaleza, tanto así que a veces la mano izquierda se agota por completo y necesita ser sostenida mediante el amor y la comprensión, ya que son los estudiantes de las Ordenes —como Israel o “el pueblo escogido”, aquellos que han escogido seguir al dador de la Ley— quienes deben cerrar filas y combatir toda duda para bien de todos.

¿QUIÉN ES EL ENEMIGO?

El enemigo son todas esas fuerzas en el mundo que influencian las mentes de los hombres —aún las conciencias de quienes han encontrado su hogar en esta Orden— y los persuade de que todo este discurso acerca de una era nueva y mejor para la humanidad, y de un nuevo acercamiento del gran Maestro a la Tierra, no es verdad. Estas son fácilmente reconocibles como las mismas fuerzas de la duda que se manifestaron al comienzo de las eras anteriores. “Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre”. Asimismo como sucedió en los días de Lot, así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste.

POR TANTO, TODOS TIENEN TRABAJO QUE HACER

No hay partícula del diamante, ni siquiera las astillas ni el polvo que resultan de su pulimiento y corte, que sea inútil ni que se desperdicie. Todo puede tener un papel importante cuando se le utiliza sabiamente. Luego, dejen que la gran Ley corte profundamente. Permitan que las tormentas de pulimiento y las pruebas de la vida barran sobre nosotros fuerte y sinceramente, si es menester que lo hagan para nuestro pulimiento, ya que no tememos en tanto que el amor ardiente del corazón del Maestro palpite cerca del nuestro.

Unamos primeramente nuestros esfuerzos para responder a la Llama Divina adentro, luego parémonos firmes y sostengamos las manos de la Orden, de manera que pueda difundirse las Enseñanzas en otros países y practicarse. Sólo en la medida en que la Orden, a través de sus mensajeros, mantenga en alto las manos (poderes) que se les ha dado para conseguir logros para el Maestro y la humanidad, podrán los Hijos de Israel (los glóbulos diamantinos) prevalecer sobre las fuerzas opositoras de la duda.

¡Amados de la Llama! ¿Aman a su Señor, quien por cuenta propia puede realizar la Ley del destino de ustedes? ¿Se dan cuenta y reconocen la grandeza de Su Poder? ¿Creen en la fuerza absolutamente inconquistable de Su venida? Al igual que verdaderos diamantes, ¿están ustedes listos a soportar el ardor de Su Amor hasta que el polvo y la gravilla —lo terrenal de sus personalidades— haya sido trasmutado a diminutos cristales de diamante, listos y capaces de coalescer con otros de similar sustancia para conformar una faceta en el Corazón Diamantino de la Humanidad?

Nos encontrarnos en el umbral de la Nueva Era con aliento suspendido y pies temblorosos, con ojos ansiosos que se esfuerzan hacia el místico Oriente por captar los primeros destellos del próximo amanecer, sin siquiera saber si la Tierra se abrirá y nos tragará, o si un ángel de repente abrirá de par en par el Templo de la Luz y revelará a nuestro Señor viniendo “con poder y gran gloria”. Sin embargo, una vez que comprendamos la Ley de las Manifestaciones, trabajaremos cada vez más para preparar el camino y enderezar Sus senderos en nuestras propias vidas y en el mundo, al tiempo que confiadamente esperamos Su venida con fe callada y júbilo sereno.”

Tomado del libro: Diario del Puente a la Libertad – El Morya