Oración para cuando un alma desencarna

¡Amada Presencia de Dios “YO SOY” en el corazón de este amado ser! ¡Hago la venia ante tu Presencia y tu autoridad sobre esta corriente de vida, y acepto la sabiduría de Tu decisión de llevar a Casa esta alma!

Hago la venia ante la presencia de nuestro Señor Mahá Chohán —el Santo Confortador— en esta habitación, y siento la radiación de Su Paz como un manto de confort espiritual, que es el Control Maestro de todas las energías del alma y de quienes están próximos a esta Tierra. ¡Sólo la Paz, la Armonía, la Felicidad y la Santidad se manifestarán en este período de transición! El alma pasará rápida y gentilmente del tabernáculo de carne a la liberación más plena del corazón de Dios.

Bendito Mahá Chohán (Pablo en Veneciano), te pedimos que aceptes el aliento final de esta alma, así como le diste su primer aliento al nacer.

En el nombre del Dios de Misericordia, Amados Maestros Ascendidos Jesús y Saint Germain (quien, como San José, te convertiste en el patrono de la defunción feliz), invoco la Ley del Perdón por todas las transgresiones a la pura vida de Dios por esta alma, no sólo en esta vida terrena, sino desde el principio de los tiempos. Invoco la sustancia flamígera del Perdón Crístico Cósmico para transmutar todas las energías que fueron atraídas a través de los sentidos —audición, visión, habla, sentimiento, tacto— así como también las manifestaciones más sutiles del mal evocadas a través de los cuerpos mental, emocional y etérico, las cuales han creado las cadenas y grilletes del alma.

¡En el nombre de Jesucristo Ascendido, le hablo al elemental a cargo de sostener la vida en el cuerpo físico de esta persona, y lo insto ahora a cooperar con la Voluntad del Ser Divino, amablemente liberando a esta alma, sin pugna alguna, a los brazos del Arcángel Miguel y Sus Ángeles de Liberación!

¡Lo que he pedido aquí hoy, lo pido por todas las almas que desencarnen en la Tierra en este período de veinticuatro horas, y particularmente por aquellas que no tienen a nadie que interceda por ellas! ¡Que así sea!

Tomado del libro: Diario del Puente a la Libertad –  Arcángel Miguel y Señora Fe