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El amor infinito del Padre | Jesús

yosoyespiritual yosoyespiritual 1K vistas Escribe tu comentario 16 minutos de lectura Enseñanzas Jesús

Vengo a ustedes hoy, Mis amados hermanos y hermanas, con todo el amor de Mi propio corazón y la bendita irradiación de Mi Maestro, el Señor Maitreya, y traigo a través de la irradiación de Su Sentimiento de la Naturaleza de Dios ese Amor que El Padre de toda Vida tiene para Sus Hijos. Un amor que no cambia, y que ha intensificado en Su presión y Poder con cada latido del Corazón Celestial de ese Gran Dios, que nunca toma en consideración en ese amor la dignidad y el mérito de la persona envuelta en esa Presencia.

El Amor del Padre ha sido Mi Mensaje desde que por primera vez fui investido con la gloriosa oportunidad de traer las palabras al hombre, para que su Padre no fuera considerado como un Ser de ira, sino más bien como un ser amoroso, bondadoso y considerado y hacia quien todos tienen igual acceso, de acuerdo a las necesidades de sus corazones individuales.

Traté de atraer frente a las conciencias de la gente que es el placer del Dios Padre para cada hombre, mujer y niño el disfrute de la Perfección diseñada por Él, y sólo espera la aceptación de la conciencia a fin de que se manifieste a través de cada corriente de vida.

Hablándoles a ustedes, hablo a viejos Amigos del Corazón. Algunos de ustedes estuvieron con Nosotros en Egipto y procedieron a cruzar el gran desierto de Jericó y sus voces se unieron a la Mía en ese grito inmortal de triunfo delante del cual se cayeron las paredes. (El Maestro fue Josué en una encarnación previa), algunos de ustedes estuvieron conmigo en Persia cuando Yo, como Zoroastro, contemplé la Naturaleza del Padre y encarné Su Luz y algunos caminaron conmigo como Apolonio de Tyana, a medida que atrajimos las grandes corrientes desde los Reinos Internos para preparar los santuarios que han llegado a ser tan grandes poderes en la Dispensación Cristiana, y algunos de los cuales no han sido revelados a la conciencia externa.

Luego, antes de que entrara en la encarnación para Mi Misión Final, Me gustaría recordarles que algunos de ustedes se sentaron conmigo alrededor de esa gloriosa mesa cuando el Mismo Señor del Mundo reveló el plan mediante el cual un iniciado iba a encarnar y a traer a plenitud la Naturaleza de Dios a través de Su Conciencia, Su Palabra y Sus Obras que serían el “récord” permanente del Cristo Encarnado para la raza entera.

¿Recuerdan el solemne silencio a medida que el Señor del Mundo describió esa misión, hasta, a través e incluyendo la Crucifixión, la Resurrección y la Ascensión? ¿Recuerdan las Figuras en Túnicas Blancas, quienes se levantaron como uno para ser voluntarios para ese servicio? Había treinta y seis quienes calificaron para venir, y de esos treinta y seis, Mi Instructor y Maestro, Señor Maitreya, Me escogió a Mí, y Él escogió también a Mi Amada Madre, y a su Gran Amigo del Corazón Saint Germain (San José en esa encarnación). Nosotros representamos la Trinidad a través de la cual la Misión del Cristo podría ser manifiesta.

Luego tuve la oportunidad de llamar a Mis doce discípulos, y a aquellos otros seres benditos quienes Me asistirían en un día futuro. Juntos todos nos arrodillamos delante del Rey de Reyes, y Él puso Su dedo pulgar en nuestras frentes, su mano encima de nuestras cabezas. Nos bendijo y El señor Maitreya ungió a cada uno con el Aceite Espiritual del Cristo Cósmico. Luego fuimos designados cada uno a ir a un Templo en particular hasta que los Señores de la Encarnación pudieran preparar para Nosotros recipientes adecuados sincronizados con las estrellas, para que todos pudieran lograr su mayoría en el momento propicio. Los Amados José y María encarnaron mucho antes que Yo, y algunos de los discípulos también, Elizabeth y Juan el Bautista, y todos aquellos que fueron preparados para Mi venida. A medida que cada uno salió, nos reunimos conjuntamente con ese fuerte sentimiento de corazón y oración de que podríamos recordar cuando las ataduras del olvido y la atracción de la vida terrenal hubieran borrado de nuestra Misión, nuestro Voto, nuestra Promesa.

Finalmente, los Amados Morya y Kuthumi (como dos de los tres Reyes Magos), y aquellos encargados del estudio de las estrellas, supieron que la hora de Mi concepción y encarnación estaba por tomar lugar. Nunca olvidaré Mi despedida del Señor Maitreya. El Amor y Bondad en esa Grande y Bella Presencia cuando Él colocó Sus manos alrededor Mío y alentó una Oración de Corazón, que sentí a través de la conciencia de Mi propio Ser, porque Él supo cuánto dependía de Mi fidelidad para con Mi Voto, y cuanto dependía de Mi capacidad para retener la visión de Mi Servicio, a través de aquellos primeros años cuando no iba a ser particularmente favorecido entre los hijos de los hombres. Mi Oración también se elevó con la Suya.

No hay sentimiento más hondo Benditos Hijos de la Luz, que el que hay entre el Maestro y el discípulo… éste crece a través de la asociación, a través del maravilloso conocimiento del Maestro de las verdaderas debilidades de Su chela escogido, y a medida que el chela supera esas debilidades y por primera vez se sobrepone a una tentación particular, el júbilo en el Corazón del Maestro es bello de contemplar. Cuando el chela puede llamar al Maestro “Padre” y el Maestro llamar al chela “Hijo”, es tan cercana la unión como esa entre el Padre Mismo de toda Vida y cada Cristo que ha logrado la Inmortalidad.

Este es el sentimiento en el Corazón del Gurú cuando Su discípulo y estudiante sale, dependiendo de la fuerza y la luz que él ha logrado a través del entrenamiento del Gurú, y del esfuerzo para prestar un Servicio Cósmico con el cual millones de almas serán afectadas adversamente o de otra forma. Si pudiera haber agonía en el Cielo, diría que es en esa hora y todo el amor, la fuerza, la luz del Gurú envuelve al alma que está encarnando, y toda la esperanza del estudiante se ata al Corazón del Maestro, hasta que aún después de que se ha ido la memoria, ese sentimiento permanece, y es la unión con “algo” más allá y por encima de la conciencia de los sentimientos.

Fui privilegiado, naturalmente, al recibir la bienvenida de la Amada María, y Ella Me proveyó, a través de Su Aura, de ese Amor, de esa protección y ese santuario espiritual, sin lo cual pienso que no hubiera podido soportar esos primeros años cuando Mi Conciencia no estaba desarrollada aún lo suficientemente para recordar el Hogar de Mi Padre, y debo estar eternamente agradecido por la fuerza del Amado Saint Germain, Quien nos acompañó. Puedo ver tan claramente hoy como en esos días atrás, las fuertes manos trabajando sobre el yugo del buey, bondadosa y suavemente preparando la madera para que no produjera dolor a la criatura para quien estaba tallándola.

Luego el primer vislumbre de Mi Memoria comenzó a volver. Oh, feliz, ¡feliz día!, Cuando afuera en los campos estaba acostado mirando el Sol y por un instante brilló dentro de Mi Conciencia el recuerdo de Mi Maestro y Mi conexión con el Padre- Dios. Recuerdo que caminé lentamente a casa, y como Mi Madre, mirándome, se dio cuenta que el Cristo Interno estaba comenzando a tomar y guardar mi pequeña forma. Así puedo sentirlo por ustedes, Mis Hijos, quienes anhelan esa conexión con Su Presencia. Saben lo precioso que fue, saben lo dulce de la asociación, porque lo sienten, y es Mi júbilo, y el de Mi Gran Maestro ofrecerles individual y colectivamente, nuestro sentimiento de unidad con su Presencia. Permitan que ese sea Nuestro Regalo para ustedes.

No debo demorarme en los hechos bien conocidos de Mi Ministerio, pero debo traerles a su recuerdo nuevamente que al cierre de esta vida terrenal, ustedes van a experimentar la alegría de la Ascensión. Oh, como pueden las palabras describir a los benditos corazones aprisionados en la carne, la liberación que será suya, la alegría de que cuando entra dentro de su conciencia un pensamiento o un diseño mediante el cual se beneficia la raza, ni el tiempo ni el espacio ni ninguna cosa puede limitar su logro instantáneo.

De uno quien ha pasado conscientemente con el despertar pleno de la conciencia externa de la vida diaria, bajo el brillante Sol del mediodía, y en la presencia de aquellos quienes amé más que a la vida misma, dentro del Hogar de Mi Padre, permítanme, por favor, queridos corazones, transmitirles a ustedes que todo el sufrimiento, toda la disciplina, todas las tribulaciones, toda la renuncia de esta vida terrenal, valen ese instante cuando la atracción de la tierra no puede por más tiempo atar su alma purificada, conocen así la liberación.

Permítanme prevenirles que en su asociación los unos con los otros, pueden prepararse para esta hora y la más de las sutiles pruebas será la del AMOR. Por ejemplo, en Mi propio caso allí estaba María, Quien Me había tomado como un infante y en la gloria de esa aura que elevó Mi pequeña forma, y a través de todo Mi Ministerio di la bienvenida y acepté a toda corriente de vida que escogí traer a casa, sobre Mi palabra para que ellos estuvieran en el Reino del Padre. El dulce Juan, quien no alentó ni un suspiro para El mismo desde el instante en que lo llamé. Pedro y Jacobo y todos los demás, de quienes supe que no estaban equipados sin Mi Conciencia y Mi Presencia para vivir en la plenitud de la Vida, y sin embargo, en ese momento cuando vino la llamada, tuve que decidir entre la atracción del Amor y la llamada de la Presencia.

¿Quiénes entre ustedes encarando tal selección sabrían cuál era el mayor servicio? Hay algunos que conozco que dirían: “es mejor que me quede con los míos para que no caigan por el borde del camino”, y sin embargo si Yo hubiera hecho esto, el mundo no tendría el ejemplo público de la Ascensión, que ha sido la esperanza del mundo Cristiano desde ese entonces. Les digo, queridos amigos, no es una decisión fácil.

Su llamado llegará a cada uno. Prepárense para esa hora, porque eso que aman estará más cerca de ustedes, y el sentimiento sutil tendría que ser manejado mejor mucho antes de ese día. En el constante dejar cada decisión a su Presencia – “no mi voluntad sino la Tuya sea hecha” -, estarán construyendo ese “momentum”, y no sufrirán tanta lucha de corazón, y se ahorrarán ustedes mismos mucha agonía y mucha incertidumbre.

Los amo, a cada uno, con un Amor que es profundo y sincero, y que no está basado en lo que son, ni en lo que han sido, sino que está basado en lo que deberán llegar a ser, porque les he visto en el Corazón del Padre y sabiendo la Gloria que tuvieron con El antes de que el mundo existiera, solamente les anticipo la hora de la plena manifestación de esa Gloria mientras todavía caminan la Tierra. Permítannos que no por más tiempo miremos hacia atrás a través de los dos mil años de tiempo para los milagros que pueden ser logrados hoy. El mundo se queja por el dolor, la agonía, por la enfermedad y los males, la muerte y la corrupción- ustedes solos son la esperanza del mundo. Si hubiese encarnado una y otra vez cada cien años hasta la hora presente, hubiera negado a ustedes la oportunidad de convertirse en lo que “YO SOY”, y no hay Ser Crístico quien no permita el desarrollo de su prójimo hacia dentro de su mayor gloria.

Les ruego, en el Nombre del Padre de Toda Vida, pongan en acción aquellas llamadas por las cuales cada uno de ustedes pueden caminar a través de aquellos hospitales, asilos y restaurar al hombre a su estado natural. Si me aman, hagan lo que he hecho, y ésta será su respuesta a las palabras que hablo en esta hora. En el Nombre del Padre, en el Nombre de Mi Propia Corriente de Vida y en el Nombre del Gran Espíritu Santo de la Vida, les doy sus Bendiciones de Amor y el Amor de cada Hermano y Hermana, quienes han llegado a ser la liberación que “YO SOY”.

Yo soy el camino – Amado Jesús el cristo

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